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Belén Casado Mendiluce

La psicóloga en casa

Entre Cristina y Elena

 

Hola Cristina. Me apetece mucho que hayamos quedado para charlar después de tanto tiempo que no nos veíamos ¿Cómo te van las cosas?

Más o menos, Elena. Estoy preocupada por mis cosas pero bueno, confío en que vendrán tiempos mejores. Menos mal que podemos quedar para airearnos un poco. ¿Qué tal tú?

El otro día me acordé de ti porque viendo el Telediario pensaba: cómo es posible que Cristina pueda creer en Dios cuando hay gente que se muere de hambre, cuando sale una mujer que le están lapidando y hay tantas injusticias en el mundo. No tiene sentido…

Entiendo lo que dices pero a mí me parece que mezclas cosas. A mí también me entra indignación cuando veo cómo está el mundo pero pienso que es resultado de malos gobiernos o de hombres que actúan con crueldad. ¿Qué tiene que ver ahí Dios?

A ver Cristina, ¿Por qué tu Dios te va a ayudar a ti si estás pasando por malos momentos y no a la mujer que viste con un burka y no pinta nada para su marido? ¿Por qué a ti sí y a ella no?

Yo creo en un Dios para todos que conste Elena, no pienso que Dios exista sólo para los que hemos nacido en países con cierta riqueza y democracia. Pero no le puedes pedir a Dios lo que es tarea de la persona, que es mejorar las condiciones de vida del mundo en el que vive. ¿No lo ves así?

Entonces hay cantidad de lugares en el mundo como la India que, nunca mejor dicho, están “dejados de la mano de Dios” porque la miseria y la pobreza están en las calles. Me cuesta creer en ese Dios personal en el que tú crees.

Es que tú parece, Elena, que creerías en un Dios de milagros, que venga y elimine todas las injusticias del mundo de un plumazo, y las cosas no son así, además que yo no creo en ese Dios. Es como si tú esperaras solucionar tus problemas de pareja, por ejemplo, que te tienen angustiada y no hicieras nada para estar mejor o pedir ayuda sino aguantar sin más lo que tienes en casa, esperando que las cosas cambien por sí solas.

Ya. Tiene lógica lo que dices. Pero me cuesta creer que tu Dios no se preocupe por el mal del mundo.

Yo tampoco tengo respuestas para todo, Elena. A veces se me ocurre pensar en cuando tienes una habitación a oscuras y cerrada; es fuente de suciedad y nadie puede vivir ahí. Para que entre la luz y el aire tendrás primero tú que abrir las ventanas ¿no te parece?

En fin, Cristina. A ver si a mí me entra la luz por algún lado…

 

Caminamos…Belén Casado Mendiluze

 belencasado@terra.es

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Sobre el autor

Soy Licenciada en Psicología y desarrollo mi trabajo en una consulta privada. Mi vocación desde joven ha sido la psicología, y a través de ella he buscado comprender a los demás y a mí misma. Desde ese trabajo interior, intento que lo que transmito sea un reflejo de aquello en lo que creo y que me sirve a mi. Me siento siempre en búsqueda, abierta a aprender de todo aquello que me haga crecer como persona. Y creo que lo que se vive como vocación no es sólo patrimonio mío sino que puede servir a los demás.


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