El Maestro se encontraba trabajando en el jardín del Monasterio cuando se le
acerca un discípulo y le pregunta:
-“Maestro, me encuentro confundido. Por más que me esfuerzo en tener menos
arranques de mal genio, más me salen, y no los consigo eliminar”.
El Maestro señalando el jardín en el que estaba, le pregunta a su discípulo:
-“ Dime, ¿qué te parece el jardín de nuestro Monasterio?”
Extrañado, el discípulo se queda observándolo y le contesta:
-“Pues no me parece especialmente cuidado. Hay hierbajos que crecen por
todas partes y no lucen las hermosas flores que crecen al lado”.
-“Hubo un tiempo en que arrancaba los hierbajos de cuajo, y volvían a crecer
con más fuerza, pero ahora los cuido, los riego y presto atención y forman parte
natural del jardín. De la misma manera, aprende a acoger con cariño tus
arranques de mal humor sin pretender que desaparezcan de tu carácter, no
sólo te molestarán menos sino que cumplirán su función” –le respondió el
Maestro.
Autora: Belén Casado Mendiluce
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
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