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Belén Casado Mendiluce

La psicóloga en casa

Cuentos de Otoño: Reconoce lo que sientes

 

Era conocida en el pueblo la bondad y generosidad de María Pilar, una vecina que vivía sola, para quien las puertas de su casa siempre estaban abiertas a los demás.

Todas las tardes, sacaba una silla a la calle y se sentaba en ella, durante un rato, a contemplar a la gente pasar. Aquella tarde se acercó hasta ella una amiga, Rosa, que se sentó a su lado con ganas de conversación.

-“Mira, María Pilar, la verdad es que, muchas veces, no espero nada de la vida. Aunque no tengo edad de morirme, a veces, sólo deseo meterme en la cama, y que un buen día, no me despierte porque me he ido al otro barrio mientras dormía, sin sufrir.”

María Pilar se levantó sin decir nada y le hizo señas a su amiga para que entrara con ella en casa. Le llevó hasta la cocina y en silencio, le preparó un café caliente con galletas. Se sentaron las dos a la mesa y cada vez que Rosa tomaba el café, María Pilar, en seguida, le volvía a llenar su taza de nuevo.

-“Hija, qué andas, que me vas a reventar. Con una taza ya tengo bastante, no necesito que me la vuelvas a llenar.”

-“Si eres capaz de tomar sólo el café que necesitas y escuchas a tu cuerpo que te dice “basta”, entonces es que te preocupas por tu salud ¿no? Si sólo esperas la muerte es que tu mente no se siente bien, Rosa, y no le estás haciendo caso. Lo mismo que tu cuerpo quiere la salud, tu mente quiere la vida, así que dale lo que necesite para vivir en positivo, no en negativo.”

-“Si fuera tan fácil como tomar menos café, dejaría de pensar en negativo, María Pilar, pero no puedo.”

– “Tus pensamientos negativos no son el problema, el problema eres tú. Los pensamientos son como una señal de que algo no funciona bien en ti, como antes en tu cuerpo tu estómago te avisaba de que no podías beber más café.”

-“¿Y si mis pensamientos negativos no son el problema, entonces cuál es, María Pilar?”

-“Rosa, tu problema es que no tienes ganas de vivir”

 

Rosa se quedó callada en silencio durante un buen rato. Su amiga había puesto en palabras un sentimiento que estaba dentro de ella desde hacía tiempo y que no quería reconocer. Quizás, tenía razón, necesitaba aceptar lo que sentía para poder, así, afrontarlo y sentirse mejor. Rosa, removida interiormente por lo que le había dicho su amiga, le dio un abrazo a María Pilar y en silencio, una vez más, se marchó hacia su casa.

Autora: Belén Casado Mendiluce

 

Caminamos…Belén Casado Mendiluce

belencasadomendiluce@gmail.com

 

 

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Sobre el autor

Soy Licenciada en Psicología y desarrollo mi trabajo en una consulta privada. Mi vocación desde joven ha sido la psicología, y a través de ella he buscado comprender a los demás y a mí misma. Desde ese trabajo interior, intento que lo que transmito sea un reflejo de aquello en lo que creo y que me sirve a mi. Me siento siempre en búsqueda, abierta a aprender de todo aquello que me haga crecer como persona. Y creo que lo que se vive como vocación no es sólo patrimonio mío sino que puede servir a los demás.


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