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Belén Casado Mendiluce

La psicóloga en casa

Como la vida misma. No te perdono pero estoy en paz

 

Antes pensabas que para estar en paz contigo mismo necesitabas perdonar al que te había hecho daño, pero te has dado cuenta de que es posible no desear mal a nadie sin tener, por ello, que dar el perdón.

Hace poco quedaste con esa persona que en el pasado te hizo mucho mal. Años de convivencia en los que sufriste un maltrato psicológico, te dejaron una huella difícil de borrar tras el divorcio.

Te sentaste frente a él para escuchar de su boca las razones por las que ahora ha dejado de pasarte la pensión de alimentos para tus hijos; esos eran los únicos motivos para que, después de 4 años tras el divorcio, os sentarais en la misma mesa a tomar un café.

Pero tu ex aprovechó la ocasión para pedirte perdón –que luego se convirtió en disculpa- si el matrimonio vivido en común  “no cumplió con las expectativas que tenías”. Tú escuchabas en silencio con el gesto tranquilo pero serio. Las palabras ya no hacen tanta mella en ti como antes…

Le dijiste que no le deseabas ningún mal, que querías que le fuera bien en la vida y que, sobre todo, encontrara la paz, pero que… no le podías decir nada más. Te asombraste de ti misma, de que no podías decirle que le perdonabas aunque, en realidad, no sentías ninguna necesidad de hacerlo.

¿Qué sentido tiene perdonar cuando el daño ha sido tan grande y reiterado? ¿Cuando, mientras lo vivías, nunca hubo toma de conciencia del mal causado ni, mucho menos, rectificación? No vives desde el resentimiento ni el odio, pero no puedes borrar de tu mente ni de tu corazón el mal trago vivido, no puedes olvidar como si cogieras un estropajo y frotaras tu mente para borrar los años de angustia.

La experiencia vivida queda. No para mantenerte en un papel de víctima -que, dicho sea de paso, sí fuiste la víctima de esa situación- pero sí para no restar importancia a lo vivido ni para negar la realidad de todo lo acontecido. Todo fue como fue y nadie mejor que tú sabe lo que has vivido. ¿Por qué suavizarlo con un perdón?

No le puedes perdonar, pero estás en paz, curiosamente. No quieres vivir desde el odio porque ese sentimiento sabes que te hace daño a ti mismo, pero estás en paz porque no pasas por encima de ti para comprender al otro y porque tienes en cuenta lo sufrido… que lleva el sello de tu nombre.

No puedes renunciar a ti mismo…ni siquiera tampoco a tu dolor.

 

Caminamos…Belén Casado Mendiluce

belencasadomendiluce@gmail.com

www.psicologiapersonalizante.com

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Sobre el autor

Soy Licenciada en Psicología y desarrollo mi trabajo en una consulta privada. Mi vocación desde joven ha sido la psicología, y a través de ella he buscado comprender a los demás y a mí misma. Desde ese trabajo interior, intento que lo que transmito sea un reflejo de aquello en lo que creo y que me sirve a mi. Me siento siempre en búsqueda, abierta a aprender de todo aquello que me haga crecer como persona. Y creo que lo que se vive como vocación no es sólo patrimonio mío sino que puede servir a los demás.


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