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CONFINAMIENTO ¿NOS VAMOS A CONVERTIR EN LOS PADRES DEL AÑO?

Vamos por la cuarta semana encerrados y los padres no sabemos si nos llevará el coronavirus o el teletrabajo, teleeducación, telerelaciones o en definitiva… la televida. Estamos acostumbrados a ver el mundo a través de la televisión o las redes sociales. Sin embargo el mundo real, lo vivíamos día a día. En la calle. Con amigos. Con colegas de trabajo. Ahora, el mundo real, sólo se ve desde nuestra ventana.

Y los padres, que pasábamos entre 8 y 10 horas fuera de casa trabajando, nos hemos visto de frente con nuestros hijos.

Yo personalmente, no era la madre del año. Amor del bueno, les daba mucho. Paseos, salidas y experiencias. Pintar, jugar a algún juego… La vida iba muy rápido. Entre semana colegio, trabajo y extraescolares. El fin de semana, salir, respirar aire fresco, planes con amigos… El mundo de la plastilina, pinturas o rosquillas caseras quedaba a años luz. Si el 10 de marzo me enseñan como estoy el 8 de abril, no lo hubiera creído. Enseñando a dividir a uno, a dibujar a la otra. Mientras ellos hacen un ejercicio, yo contesto un email. Mientras recojo la cocina, ellos ensucian la sala. Instaurada ha quedado que de 3 a 4 es la hora de las manualidades. Hemos hecho plastilina casera, pintado piedras, pegado cereales en cartulinas, rosquillas, hojaldres…

De golpe, los padres, nos hemos convertido en el todo. En el centro del universo. Profesores, compañeros de juegos, planificadores, cocineros y empleados del hogar. Ah, y muchos de nosotros trabajando. Y con buen humor y alegría. No estábamos preparados. Claramente.

Ninguno de nosotros tenía ni idea de cómo hacerlo. A priori, 15 días en casa con niños parecía manejable. Sin embargo, faltaron minutos para saber que no era tan fácil. Y la presión que hemos sentido muchos  padres es muy grande. Con el confinamiento hay que ocupar las 14 horas que tus hijos están despiertos. Enséñales, con los 40,000 emails del colegio, deberes y tutorías;  diviérteles, con 101 manualidades; motívales, con cosas que les gusten; deja que se aburran, que dicen que eso es bueno; alimentales… y todo saludable y orgánico. Sin pantallas, sin comida basura, ni procesada, ni preparada, ni con azúcar, ni con chocolate… Ah, y trabaja. Atiende tus videoconferencias. Y si ya tienes un segundito para ti, ponte a hacer las 100.001 rutinas de fitness que circulan en internet para paliar el desastre del confinamiento en la dieta. Ahí que vamos. Sin presión.

Esto, señores, es el confinamiento con hijos.

 

CONFINAMIENTO

Hola, teletrabajo

 

A mi alrededor, en redes sociales sobre todo, veía montones de familias alfa. Familias estupendas que tenían a sus niños sentados en sus mesitas, haciendo deberes, pintando…  Niños que escuchaban música. Niños que hacían yoga. ¿En qué momento pongo yo a mis hijos escuchar música relajante y a hacer yoga? ¿En qué momento trabajo, enseño, cuido, pienso en comida equilibrada y además miro como se hace la plastilina casera? Mi casa, si me quedo en el baño de más de 1 minuto es como estar en “Sólo en Casa”. Pero con padres.

 

La culpa

Normalmente, las madres convivimos con un sentimiento de culpa constante. Culpa por no estar el tiempo suficiente con los niños porque trabajas; y culpa por no estar suficientemente tiempo en tu trabajo porque no llegas a por tus hijos.  En confinamiento, la culpa es aún mayor. Yo solo veía familias felices confinadas pintando rollos de papel higiénico y haciendo bizcochos. Yo no tenía de nada. Ni una mísera plastilina. Rotuladores, lápices y eso sí. Pero ni cartulinas, ni cola, ni témperas, ni pintura para las manos, los pies, la nariz … y un millón de invenciones que ni sabía que existían. Si el 10 de marzo me preguntan qué hacer con un rollo de papel higiénico, lo hubiera tirado a la basura. Ahora, los colecciono para hacer castillos. La culpa los primeros días fue enorme. El sentimiento de malamadre, terrible. Más que nunca. Poca paciencia, poca costumbre. Los padres estamos con nuestros hijos 24 horas sólo en vacaciones… y 15 días. Aquí llevamos 24 días, 24 horas. Y lo que nos queda. Así que decidimos tomar medidas.

 

Cómo hacer de lo excepcional, normalidad

Por defecto profesional, tengo una máxima: ante el caos, orden. Me dedico a trabajar en circunstancias cambiantes, por lo que llevo bien conceptualizar situaciones a nuevos escenarios. Así que, decidí abrazar este Gran Hermano Familiar.

Creamos un planning semanal. Con deberes, “juego favorito” “chuche favorita” y obligaciones propias del día a día como poner y quitar la mesa, recoger la ropa, su cuarto y otro tipo de cosas. Pusimos en marcha, para fomentar el optimismo, la ley de la recompensa. Esto, nos hizo sentir mejor, y sobre todo, funcionar mejor. O más bien, sobrevivimos. Lo más felices que podemos.

En definitiva, hemos puesto 4 normas básicas para sobrevivir:

  1. Rutinas
  • Todos los días de lunes a viernes, hacemos lo mismo. Nos da seguridad a todos. Desayuno, aseo, deberes, juegos, manualidades, película, play station, lectura… Un poco de todo. Mientras tanto, los padres trabajamos.
  1. Romper las rutinas
  • Este es un momento excepcional. Si mi hija no quiere pintar en el momento en que toca, pues no pinta. Si mi hijo está más cansado y en vez de 2 hace 1 hora de deberes, no pasa nada. Si en vez de ducharse hoy, se duchan mañana, tampoco. Necesitamos ser flexibles para convivir.
  1. Hacemos cosas especiales
  • Para nosotros los adultos y para ellos. Les preguntamos y les escuchamos qué quieren hacer. Hasta ahora, hemos hecho fiesta de disfraces, clases de cocina, y ping pong. Tenemos pendientes un banquete de príncipes y princesas. Y muchas manualidades, a diario.
  1. Nos perdonamos
  • Esto no va a durar siempre. Es una situación excepcional y no somos ni estamos iguales. Este estado de confinamiento genera mucha ansiedad, en nosotros y en nuestros hijos. Estamos más irritables, todos.
CONFINAMIENTO PADRES

Hacemos cosas especiales, como bailar disfrazadas de princesas

Y aquí está, una #malamadre de pro, rodeada de collares hechos con cereales, el cuarto de la plancha convertido en taller de manualidades, y yo en mis “ratos libres” buscando nuevas ideas y nuevas recetas. Lo importante, como dice mi amiga Haizea en su post ¿Soy una Mala Madre? es saber que no estamos solos, que hay un mundo de padres ahí fuera, pasando por lo mismo. El Karma nos ha dado, pero bien.

@elisa_mamasuperplus

 

 

Maternidad, humor y realidad. ¡Living la vida madre!

Sobre el autor

Mamá donostiarra que cuenta su forma de ver la maternidad. Con mucho humor, realidad y sin dramas. Sin lecciones ni juicios. Sólo cuento mi feliz manera de sobrevivir a esta bendita locura que es ser la #mamasuperplus de Telmo y Valeria. ¡Pasen y vean!


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