“El discernimiento total es como un relámpago de luz. Uno ve con absoluta claridad todas las complicaciones, las consecuencias, las intricaciones del pensamiento”. K

La tarde no hacía presagiar tormenta infantil. Julia y yo habíamos llegado tarde a casa. Sara-mi-hija-adolescente veía la tele. Pasó un pensamiento fugaz, seguro. Perdí el tono y llegó la bronca. Sara se encerró en su cuarto y Julia se adueñó del terreno televisivo. ¿Era esa la acción completa y sin lamentaciones? Observé.  Empezaron los movimientos.

–Julia se ha muerto.

La vieja estrategia de mi hija pequeña con sus cartas firmadas por muñecos había dejado de impresionarme. El caso podría reconducirse.

La puerta del cuarto de Sara-mi-hija-adolescente se abrió. Miró la nota de perdón que había escrito para su hermana y, creyéndola destinada a ella, se ablandó. Recuperó su habitual tono burlón. La crisis había pasado.