Escribia una religiosa de clausura -sí, sí, nada es lo que era… vamos mejorando- a Ramiro Calle, relatándole que su miedo a hablar en público revivió un día tontamente y ya no se lo puede quitar de encima. Estaba la religiosa con sus hojas de oraciones o de cánticos y una ráfaga de viento puso en movimiento sus papeles. Esta acción le recordó sus viejos temblores y el asunto se reactivó.

-No te preocupes -le respondía el veterano maestro de yoga-. Sigue atreviéndote. El miedo puede resurgir. La mente puede ser una aliada o un enemigo que hace la vida imposible. Hay que dominarla. Ella debe de saber quién manda.

Eso les digo a mis viejos fantasmas. Si tu niño vuelve con la mochila vacía de libros y no hay forma de hacer los deberes:  ‘Atrás, enemigo’. Si te despiertas por la noche a alguna hora rara. ‘No avanzarás, viejo estrés’. El despertador suena a las siete de la mañana para niños que entran a las 8. ¡Qué empeño en empezar el día cuando aún es de noche! Contente, otoño.

Leo a Alfonso Armada que el verdadero activo de África es la calma. ¿Cuándo empiezan las exportaciones?