Después de tanto entrevistar a científicos, espero que se me haya pegado algo de su método. Ellos parten de un supuesto irrebatible: sólo existe aquello que puede demostrarse. Yo he empezado a analizar por aproximación los sucesos acontecidos en Edimburgo. Y no descarto encontrar una fórmula que los explique. Elementos a tener en cuenta y que me ayudan a mantener la ilusión en el empeño son el idioma inglés en que se produjeron, el hecho de ocurrir en una isla y el haber acudido sola, sin mi familia.
Para no perder el contacto con el primero de los condicionantes he vuelto a los viejos capítulos de ‘Sex in the citty’. A lo duro, sin subtítulos. Constato que de toda la modernidad que representaron se mantiene la estructura de los capítulos, a medio camino entre el reportaje y la ficción. La melena de Carrie no brilla tanto. Respecto a la condición insular deberé hacer más pruebas. La de santa Clara no es un referente. Seguro que por estas fechas mandan allí las gaviotas. Y a ver quién se atreve. Y en relación al tercero, al viajar sola, sabido es que los buenos viajeros no quieren acompañantes. Son gente osada que suele saber adónde tiene que ir. A Javier Reverte, sin ir más lejos, los ríos siempre se le han resistido. Y después de varios años de parón y de tristeza ha vuelto a uno de ellos. ¿Por qué será?