Abrí la puerta del armario de las patatas y elegí dos. Luego sumé una más. Las patatas se guardan en la oscuridad desde que una interina llegada de un país del Este y que era médico nos animó a no dejarlas a la luz del día.
-Se ponen verdes
Coloqué las patatas con dos huevos a cocer. Tendría tiempo para leer periódicos atrasados. Mis fines de semana favoritos. Caseros y con tiempo para ordenar papeles. En la practica, los mejores son esos en que la tarea queda por hacer.
Delibes. ‘¿Nadie dice nada de ‘El Príncpe destronado?’, me pregunto mientras leo un suplemento de El Mundo dedicado al vallisoletano. Un artículo que Umbral escribió en 1996. Umbral. Aquellos artículos en El País. ‘Están bonitas por dentro, están riquitas por fuera’. Nada. Ah, espera. Sí. Una referencia. ‘La dulce y algo aterradora ‘El príncipe destronado”.
Turno para las verduras. Corto a pedacitos las vainas y zanahorias que acabo de descongelar. Madre apañadita, aunque sin bata de flores rojas y verdes. Aplasto las patatas y añado el atún. Mi niña adolescente troceará el huevo como es tradicional. ¿Aterradora? ‘Mierda, cagao, culo’. Debo releerla.