Uno de los grandes momentos de una hija con una madre es el de salir de compras. La crianza y la mera existencia de la familia resultan tan absorbentes que aunque seas hija mayor, mediana o pequeña, una madre nunca tiene el tiempo suficiente para tí. Quizás a estos dramas (pequeños) se refería hoy el escritor israelí David Grossman en La Contra de La Vanguardia. El autor, que perdió un hijo en la guerra del Líbano, que defiende la paz y que critica el ambiente de hostilidad que se siembra en su país, asegura haber descubierto el heroismo en los detalles banales: llevar
a tu hijo al dentista, ayudarle en los deberes. “Todo eso que damos por
sentado es, en el fondo, heroico”, dice

El sábado Berska estaba lleno de madres heroicas con sus hijas adolescentes. Yo recorrí con la mía unas cuantas tiendas y comí en un chino. No le dio tiempo a probarse unas sandalias. Hoy se las he traido a casa, previo pacto con las dependientas. A la mañana le había reprendido por salir con poca ropa ‘porque bajan las temperaturas’. Pero el termómetro ha subido y mucho.

-Creo que tengo más futuro como compradora de sandalias que como mujer del tiempo -le he soltado cuando la he visto entrar-.

Ella ha corrido a su cuarto a ver si yo tenía razón.