Unos monjes budistas acudieron hace un tiempo al Chillida Leku a construir un mandala, una escultura de arena que, después de días de minucioso trabajo, lanzarían al viento.
Allí acudió la reportera encantada de tener una excusa para visitar un lugar que inspira paz.
Los monjes rascaban piedras para obtener polvo. Después lo teñían con colores naturales. Formaban un dibujo geométrico y después soltaron su contenido al viento.
El Chiliida Leku (foto Michelena), museo privado, cierra porque las cuentas no cuadran.
Pero algo más no encaja. Responsables de la candidatura de Donostia 2016 dicen que la cultura es algo más que un museo. ¡Con qué tranquilidad aceptan quedarse sin él!
Y yo que pensaba en ellos como el colectivo idóneo para liderar el no cierre del museo.
Una idea que, como la arena, puede irse con el viento.