Tengo una prima que, cuando éramos pequeñas, su sueño repetido era viajar a Egipto. De mayor lo consigió y cuando yo conocí el país, sin más ideas previas que la cultura general faraónica, comprendí lo acertada que estaba aquella niña. Sorprendía la naturalidad con la que los egipcios aceptaban su pasado grandioso. Y también la falta de recursos y el cambio que asomaba a través de la población que trabajaba para el turismo.

Estos días han sido los egipcios los que han dicho ‘¡basta!’. Ayer las noticias informaban de que el país se asomaba al abismo. Hoy los cables (sí, sí) son más esperanzadores. ‘El ejército ve legítimas las demandas y no usará la fuerza’, se dice en esta web.

Terenci del Nilo habría respirado tranquilo.