Hay un asunto al que ‘El discurso del rey’ no le da excesiva importancia. Y es el motivo por el que tartamudea el futuro Jorge VI. La psicología clásica hubiera otorgado a este descubrimiento un lugar estelar. Pero la moderna, centrada en los resultados, lo deja correr.

El brillante logopeda -¿por qué a –Geoffrey Rush (en la foto) no le han dado ningún premio?-, que se construye su propio método, consigue de su paciente una dolorosa confesión infantil. El futuro rey había guardado el recuerdo en el baúl de lo que no queremos ver. Y de ahí provenían la inseguridad y la imposibilidad de hablar en público.

Pero al profesor no le importa demasiado: ‘ya sabes por qué te pasa, ahora a trabajar’, parece decir a su cliente. Está en la línea de la PNL -programación neurolingüística- que defiende que las causas no son tan importantes como el modo de salir y da un portazo al psicoanálisis. Y así se demuestra en la película: el discurso del rey no será brillante pero logra ser eficaz.