Decía Mario Vargas Llosa que lo que menos le gusta de los indignados es que pongan en cuestión la democracia en España: un bien logrado después de 40 años de franquismo. Pues bien, el sábado a las 9 de la mañana, con toda la retórica institucional de las grandes ocasiones, en el Ayuntamiento de Donostia se asistió a un momento cumbre dentro de la cosa democrática, la elección del nuevo alcalde de la ciudad. Nuevos tiempos para una ciudad que fue azotada por ETA y a los que el alcalde saliente, Odón Elorza, contribuyó hablando de paz y enfrentándose a los violentos. Cuando esos tiempos llegan, la tarea de administrar los resultados suele tocar a otros.
Estamos en el día ‘0’ de los nuevos tiempos. Que sea para bien.