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Ion Urrestarazu

Miradas de un peatón

La fiesta de la Infantería (1917).

Patio del cuartel de San Telmo durante la fiesta. ABC

LA FIESTA DE LA INFANTERÍA (1917)

EL PROGRAMA DE FIESTAS
Como cada año, el regimiento donostiarra “Sicilia” nº 7 se dispuso a celebrar las fiestas de su Patrona, “la Purísima”. Para la ocasión, prepararon un programa muy completito:

Día 7.—A las doce de la mañana:

El disparo de cohetes y chupinazos anunciará el principio de las grandes fiestas.

La Música y Banda del Regimiento, después de tocar alegre diana en el patio del cuartel, recorrerá las calles de las inmediaciones, repitiéndola.

A las dos de la tarde:

1.º Inauguración de la feria.

Grandes atracciones: Churrería, Tiro mecánico, Blanco viviente, Cocina infernal, Pim-Pam-Pum, etc., etc.

Gran Tómbola en la que se sortearán diferentes objetos, regalo de los jefes y oficiales del regimiento.

A las tres de la tarde: Concurso de Comparsas a las que se les otorgarán diferentes premios en metálico, por el Jurado constituido al efecto.

PREMIOS.—Primero 20 pesetas; segundo 15; tercero 10; cuarto 5.

2.º Elevación de Globos Grotescos.

3.º Gran aurresku. Se bailará un típico aurresku a la usanza del país.

4.º Se celebrará una Gran Verbena amenizada por varias bandas de música y terminada ésta se quemará una vistosa colección de fuegos artificiales de la afamada pirotecnia “Casa Espinós”.

A las ocho de la noche retreta por la Banda y música.

Día 8.—A las siete de la mañana: Gran Diana lo mismo que el día anterior.

A las once y media de la mañana, misa en honor de la Excelsa Patrona en la Iglesia de Santa María, estando el sermón a cargo del notable orador sagrado D. Juan Lapeira, párroco de la Iglesia del Antiguo.

A la una de la tarde: comida extraordinaria.

Día 10.—A las diez de la mañana: misa en la iglesia de Santa María, por el alma de los fallecidos del Arma, durante el año.

A las doce de la mañana: Concurso de tracción de cuerda, por equipos de compañía.

PREMIOS.—1.º Una copa para la compañía, y dos pesetas para cada uno de los que forman los equipos.

NOTAS.—1.ª Para ganar la Copa en propiedad, es necesario haber obtenido el triunfo dos años. (La Copa está actualmente en poder de la 3.ª del 1.º, que ganó el año pasado.)

2.ª Todos estos actos estarán amenizados por la brillante banda de música del regimiento.

3.ª Durante los tres días la fachada del cuartel y patios inferiores, lucirán espléndida iluminación eléctrica y de farolillos a la veneciana.

“Comparsa de soldados que obtuvo el primer premio en el concurso celebrado ayer en el cuartel de San Telmo”. Fot. Información.
VIERNES 7, FIESTAS EN EL CUARTEL DE SAN TELMO
A las doce del mediodía, los cohetes y chupinazos anunciaron el comienzo de las fiestas en el cuartel de San Telmo. Fiestas organizadas, por cierto, por el capitán Enrique de los Santos.
Tras tocar diana en el patio del cuartel, la Banda del regimiento Sicilia mandada por el maestro Aroca, y acompaña de tambores y cornetas, recorrió las calles de la parte vieja de San Sebastián, ejecutando el “koshkero” pasodoble “Donostiyako-kalean”, obra de Cándido Soraluce. La banda haría una paradita en la plaza de la Constitución, ante la entonces Casa Consistorial, pasando luego al Boulevard y la plaza de la Brecha, ejecutando la diana “Cucurrucú”. Según “La Voz de Guipúzcoa”, los músicos fueron seguidos por numeroso público.
El cuartel de San Telmo estaba “vestido” para la ocasión. A la entrada, un arco con follaje, combinado con los colores nacionales, lucía la inscripción “El regimiento de Sicilia a su Excelsa Patrona”. La fachada y los patios inferiores estaban iluminados con farolillos a la veneciana y luces eléctricas.
Pronto comenzaron a recorrer de mano en mano unos pasquines, titulados al igual que el arco “El regimiento de Sicilia a su Excelsa Patrona”. Llevaban escrita una diana, supuestamente compuesta por Juan García, alias “el Cebollino”, o Luis Lozano, alias “el Congrio”; ambos, presuntos soldados de la unidad. He aquí los primeros versos:

Saludamos a todos
los de este cuartel,
(Chim-pon. Se repite.)
desde el primer soldado
hasta el coronel.
Hasta el coronel…

A las dos de la tarde se inauguraría en el patio la feria, con la churrería—que, según “La Información”, pese a la escasez y carestía de la harina, tuvo un “éxito loco”—y el resto de atracciones anunciadas en el programa: el Tiro Mecánico, el Blanco Viviente, la Cocina Infernal y el Pim-Pam-Púm… Durante la “gran tómbola”, se sortearon los objetos regalados por los jefes y oficiales del Regimiento. Desde el comienzo la concurrencia de público fue numerosa y hubo gran animación.
A las tres, se efectuaría el concurso de comparsas. Sólo hay noticia de uno de los disfraces, el de un general disfrazado mitad Napoleón I y chino mandarín. El primer premio—20 pesetas—se lo llevó la comparsa dirigida por el corneta Juan García.
Lo siguiente fue la elevación de los globos grotescos, de la cual solo se conserva la imagen que encabeza el artículo.
Soldados de Sicilia, vestidos a la usanza tradicional—con el traje blanco y la respectiva faja colorada—, y acompañados respectivamente de “neskas”, bailaron el aurresku, destacándose entre todos ellos el soldado Claudio Tapia. Los aurreskularis fueron obsequiados con elegantes estuches de bombones.
Al aurresku le siguió la clásica verbena, en la que participaron el maestro Aroca y algunas bandas de música, ajenas a la del regimiento.
Se quemaron los fuegos artificiales de la pirotécnica Casa Espinós y también hubo una sesión de cine no programada, a cargo del soldado de cuota Julián López Echeniquia.
A las ocho de la noche la Banda y Música tocó la retreta, dándose por terminada la jornada festiva.
Todo esto ocurrió bajo la atenta mirada de un buen número de damas y señoritas, invitadas para la ocasión, que contemplaron los festejos desde el Cuarto de Banderas, donde fueron obsequiadas con un “lunch”. En la fiesta también estuvieron presentes gentes de todas clases sociales, además de periodistas.
“Las autoridades militares y civiles presenciando el paso del Regimiento de Sicilia”. Fot. Información.
SÁBADO 8, MISA EN SANTA MARÍA
El día era algo fresco, pero con sol. Las campanas volteaban avisando de la festividad del día. Temprano, la banda del regimiento, con cornetas y tambores, recorrió nuevamente las calles de la parte vieja, tocando composiciones populares.
A las once y media, se celebró en la iglesia de Santa María la solemne función religiosa en honor a la Patrona del Arma de Infantería, organizada por la Asociación de Señoras de la Inmaculada y el capitán Gil Arévalo. El templo estaba completamente iluminado. Al lado izquierdo del Presbiterio se había alzado un altar decorado con flores, luces y armas; en el centro la Virgen, coronada por luces eléctricas.
El público donostiarra, entre el fervor y la curiosidad, acudió en masa al templo y sus alrededores. Según “El Pueblo Vasco” “sus naves eran insuficientes para albergar á los numerosísimos fieles que acudieron”.
Ocuparon los asientos reservados personalidades como el gobernador militar, general Martínez Anido; el gobernador civil, conde de Pinofiel; el Comandante de Marina, Arnáiz; el vicepresidente de la Diputación, Urgoiti, y el alcalde Zuaznabar, además de comisiones de militares pertenecientes a los diferentes cuerpos de la guarnición. También las señoras de la Asociación tenían sitio reservado en el templo, a la derecha del altar.
El coronel Carlos Tuero O’Donnell, a la cabeza del regimiento Sicilia y portando la bandera regimental, entró en el templo seguido por dos batallones de “sicilianos”. En ese preciso instante, el órgano comenzó a tocar la “Marcha Real”. La tropa se situó en la nave central y la bandera fue entregada al oficial abanderado, que se colocó frente al altar de la Vírgen.
La cátedra del templo fue ocupada por párroco del Antiguo, Juan Lapeira, que hizo un panegírico dedicado a la Purísima Concepción, además de plática patriótica y militar acorde con la festividad. Terminado el sermón, el regimiento entonó su particular himno, acompañado por la banda de música.
Tras la misa se organizó el desfile militar. En el atrio de Santa María se colocaron las autoridades y, ante ellas desfilaron una sección de ciclistas, los dos batallones de Sicilia con bandera, con su escuadra de gastadores, banda y música. Al frente de los batallones marchaba el coronel Tuero, junto a varios jefes y oficiales retirados que vestían de paisano. Según También participaron en el desfile los reclutas excedentes de cupo, pertenecientes al reemplazo de 1916.
El desfile por la parte vieja debió ser dificultoso, a juzgar por lo que comenta “La Voz de Guipúzcoa”: “la calle Mayor era un hormiguero, tanto que el numeroso público impedía materialmente el libre movimiento de las fuerzas”. Otro diario, “El Liberal Guipuzcoano” lo comparaba con la “Semana Grande”.
Los batallones desfilaron por la calle Mayor, siguieron por el Boulevard—en el que también la concurrencia fue grande—, las calles de Hernani y Peñaflorida y volvieron al cuartel de San Telmo por las calles Legazpi y San Juan.
Hacia las doce y media, tras la llegada de las tropas al cuartel se sirvió el rancho extraordinario y, por la tarde, los soldados tuvieron asueto y siguieron disfrutando de los festejos.
Por desgracia, todo no fue perfecto aquel día. Durante la noche, en la calle “31 de agosto” hubo un lamentable incidente que tuvo como protagonistas un cabo, algún soldado de Sicilia y dos guardias municipales. Al parecer todo empezó en la calle Autonomía. El único periódico que se hace eco de esto—La Voz de Guipúzcoa—, no informa sobre el origen de la cuestión ni da más detalles.
“El coronel señor Tuero al frente de su regimiento al pasar por delante de las autoridades”. Fot. Información.
LUNES 10, MISA POR LOS CAÍDOS DE LA INFANTERÍA
Sobre el último día de fiesta no tenemos más información que la ofrecida por el programa y los vagos anuncios de la prensa sobre el acontecimiento.
Era de esperar que se celebrase de la siguiente manera: a las diez de la mañana, en la iglesia de Santa María la misa de Réquiem por los caídos del Arma de Infantería durante el año, organizada por la Asociación de Señoras de la Inmaculada Concepción y, como otros años, acudiría todo el regimiento de Sicilia.
A las doce, se supone, se celebraría un concurso de “tracción de cuerda”—es decir, la “sokatira” de toda la vida—, en el que se batirían las compañías por una copa. Los integrantes de los equipos serían recompensados con dos pesetas. En aquel momento, la 3ª compañía del primer batallón era portadora del trofeo, ya que el año anterior había sido la ganadora.
ION URRESTARAZU PARADA

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Un donostiarra curioso de su ciudad, entretenido en observar, desde sus ojos de peatón, todo el entorno que le rodea. Porque hay algo más allá que la bahía y la gastronomía, mostraré con todo lujo detalles, las anécdotas y curiosidades que ayuden a ampliar vuestro conocimiento

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