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Amaia Michelena

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Lo que implica un día en IKEA

El “hasta que la muerte os separe” de toda la vida, ha cambiado desde que abrieron IKEA.

Desde IKEA dicen que se esfuerzan, para que sus precios sean bajos y accesibles para todos. En nombre del común de los mortales, se lo agradezco, pero, ¿qué hay de nuestro bienestar familiar? Cuentan, que “sus precios son bajos y accesibles, pero no a cualquier precio”. Y yo qué creía que con está afirmación, se habían dado cuenta de la realidad del asunto. Pues no. Nada más lejos. Ellos se refieren a que sus procesos de diseño no perjudican el medio ambiente, ni tampoco su producción.

Analicemos:

Cuando en casa hace falta una pequeña mesa para poner los pies, mientras vemos la tele, en lugar de hacerlo sobre la nueva que os regaló tu suegra, decides ir con tu pareja a IKEA.  Probablemente no seas consciente de lo “mucho que la necesitabas”, hasta que tu chica te lo ha dicho. Y probablemente lo ha dejado caer, cuando has llegado a casa, después de haber tomado un par de cervezas con tus amigos, al terminar el partido de “fútbol 7” de todos los jueves. Cansado pero contento, decides que el mejor día para ir es el sábado por la mañana, ni muy pronto ni muy tarde.

Llegado el día, tú, tampoco lo sabes, pero ella lleva una lista en su bolso, más larga que la del “Eroski”, con todo lo que de golpe y porrazo necesitáis. Aunque no sospechas nada, ella decide bajar un poco antes que tu al garaje, para así “ordenar” el maletero. (Lo que ha hecho es sacarte las botas para ir al monte, los bastones, el balón y las cajas medio vacías que no quieres tirar, pero tampoco subir a casa.

Llegáis, y pasáis unas dos horas aproximadamente viendo salones y midiendo dormitorios. ¡Seguro que te has puesto morado de robar minilápices que no saldrán del coche jamás cuando os marchéis! Vigila a tu chica, que lo del metro que lleva en el bolso junto a su lista de necesidades no es casualidad. Se os ha ido el santo al cielo, y os tenéis que quedar a comer, pero como no os gustan ni el salmón noruego ni las albóndigas, ella, te convence para “echar un vistazo rápido por la parte de menaje” e iros a picar algo fuera del centro comercial.

Ten cuidado, parece que el día ha terminado, pero se te ha vuelto a olvidar, que para las de San Sebastián, el mejor plan para la tarde es visitar el “Primark” que tampoco tenemos. Y una vez hecho acopio de calcetines, braguitas y pijamas para arropar a todo el vecindario, sólo te queda llegar, cargar con todo el peso porque eres todo un machote, y dedicar el domingo a montar la mesa, los estores, y las catorce cosas más, que habéis tenido que comprar para seguir viviendo.

Aventuras y desventuras de una zanahoria postadolescente

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diciembre 2013
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