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Ana Vozmediano

No soy una bruja

Pon una lupa sobre los anuncios

Hay un anuncio, corte publicitario o como quiera que se llame que saca pecho por
esta rama de la comunicación y advierte de su importancia. Más allá del anuncio
top one de Coca Cola que emocionará a gorditos Noeles allá por Navidad, hay otros
que pueden pasar más inadvertidos y que tienen un mensaje que supera el simple
reclamo de la venta.

Envueltos en lazos rosas que reclaman (espero) la investigación del cáncer de
mama, más allá de una solidaridad dulzona, puntual y lejana con quienes lo padecen
o lo han padecido alguna vez, los anuncios de la tele se encargan de difundir un seguro
específico para este cáncer que ofrece, incluso, ayuda para cuidar de los niños
mientras la paciente recibe tratamiento. ¡Qué mona está la Angelina Jolie que se apunta a esta posibilidad antes del primer diagnóstico! Pero, ¿advierten que o una persona carga
el recibo de una aseguradora en su cuenta corriente o más vale olvidarse de que le
traten esta enfermedad en una sanidad universal?

Mientras tanto, otra empresa, esta vez dedicada a una salud muy diferente, recuerda
que una gata a la que se le haya esterilizado puede engordar y que nada como un
pienso light, una operación bikini, para que el animalillo no coja unos kilos que
la hagan parecer una callejera venida de la nada. Porque si hubo tiempos en los que
la gordura era símbolo de que se comía caliente, hace años que entre los humanos
implica que se come mucho puchero, patatas baratas y que uno no tiene ni para pagarse el el gimnasio ni, mucho menos, liposucción.

Y estas situaciones que parecían propias de locuelas yankees y bien operadas están
en escaparates cercanos a casa y en la tele. Se habla de gentes que venden riñones
para pagar la hipoteca y que, a falta de recursos para protagonizar prime time en Tele 5 optan por la red de las redes para justificar que son sanos. No estamos en Asia, no, pero
también esa publicidad nos recuerda que cada vez somos más pobres. Y que eso
del bocadillo mágico que pone la amona, ‘pan con pan comida de tonto’ que decía
la mía cuando nos ’empanarrábamos’ , está pasando en alguna cocina de nuestro
bloque o de nuestro barrio.

Siempre nos quedará la publicidad micrófono a micrófono de Botín, que cuenta cómo
los euros caen en su bolsillo demostrando una vez más que la marcha de la banca
poco tiene que ver con los hogares de la gente que viven en ciudades y pueblos. ‘Y
además, cada vez se paga menos’ argumenta la clase dirigente mientras se frota las
manos como si fuera un mendigo que tiene frío.

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No, no soy una bruja aunque trago tantos sapos y culebras que puedo lanzar bocanadas de azufre

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