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Lorea Bakero

Mi pase atrás

Segunda etapa, segundo partido

Debido a los esfuerzos físicos y mentales de la primera etapa, esta segunda se presentó como la más dura de todo programa. El cansancio se hizo con nosotros. Cuando das el máximo de ti y te vacías, mental y físicamente, cuesta recuperar el ritmo.

El comienzo de la etapa ya fue muy duro. Nos dejaron en mitad de una carretera eterna por la que no pasaba ni un solo coche. En ese momento avanzar parecía imposible. Decidimos caminar. Normalmente, esto no tendría mucho sentido ya que es un esfuerzo bastante ilógico, teniendo en cuenta que lo que tu haces en media hora te lo hace un coche en cinco minutos.

Llegamos a nuestro hándicap donde tendríamos que aprendernos los números birmanos para así poder llevar a cabo la prueba correspondiente. Lo que se había intencionado como una desventaja, para nosotros se presentó como uno de los momentos más especiales de todo el viaje. Otra vez, el mejor regalo, el mejor premio, fue la nueva oportunidad de interactuar con los autóctonos de la aldea. En este caso, tuvimos la oportunidad de conectar con todos los niños que se habían prestado a jugar con nosotros un ratito, para dejar marcados nuestros corazones para toda la vida.

Jugamos, reímos, cantamos… nos enseñamos unos a otros. Recuerdo acercarme a un compañero y preguntarle, como alguien tan pequeñito puede enseñarte tanto. Son esos momentos en los que cierras los ojos fuerte, y te dices a ti misma, nunca olvides este momento. Nunca olvides estas caras. Nunca olvides lo que estas sintiendo ahora mismo. Esta es la razón por la que merece la pena luchar en la vida. No solo tu parte, sino tienes que luchar por todas esas personas en el mundo que no tienen esa posibilidad.  Merece la pena luchar, porque estas personas merecen vivir en un mundo mejor.

Puede que parezca una hipocresía. Yo no puedo salvar el mundo, ni mucho menos. No existe nadie con la suficiente fuerza para conseguir eso. Pero lo que si se puede hacer es dar lo mejor que uno tiene. Vivir la vida en la realidad del mundo y buscar hacer el máximo.  Que con muy poquito se pueden hacer grandes cosas. Lo suficientemente significativas como para cambiar vidas. Conscientes de que tenemos las oportunidades de muchas personas en nuestras  manos. Personas que merecen derechos, educación y una vida mejor.

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Sobre el autor

Estudiante de Ciencias Políticas. Observadora del mundo y enamorada del deporte.


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