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Ignacio Tylko

Polska droga

Milla debió dimitir

Vaya por delante que Luis Milla es una víctima de un calendario despiadado, mal pergeñado por las altas instituciones, peor parido por ese engendro que representa la Liga de Fútbol Profesional y ratificado por la Federación de Villar, pero no debió dejar pasar más de cinco minutos desde el ridículo olímpico para dimitir. Su salida hubiera sido más digna y el relevo más natural. Pero el turolense imitió a los politicos al uso, se quiso aferrar al cargo y evitó conjugar un verbo tabú en este país. Y no debía de ser en este caso una cuestión económica sino más bien de orgullo, porque la Federación asegura que se trata de una no renovación de contrato, no de una destitución.
Al que fuera mediocentro del Barça y el Real Madrid le avalaban el título europeo conquistado recientemente con las promesas españolas y la clasificación para un certamen que los futboleros no vivían desde Sídney. Pero el fracaso no admite paliativos. Mala planificación, preparación impropia de un bloque campeón y ejecución lastimosa sobre el césped. Y mucho menos justificaciones arbitrales o atribuibles a la mala suerte. Sería un síntoma de perdedores. Un volver a la etapa ominosa del fútbol patrio.
Que España se incapaz de hacerle un gol a Japón, Honduras y Marruecos supone un atentado a la imagen del deporte rey. Y mucho más no saber perder, montar bronca, rodear al árbitro en plan macarra y hasta empujarle. Nada que ver este estilo con el que ‘fair play que propone Vicente del Bosque y que elevó a ‘La Roja’ a lo más alto del escalafón mundial renunciando incluso a un suculento ‘biscotto’ con el 2-2 ante Italia dibujado en forma de velitas. El técnico charro sufrió la debacle en silencio. Milla es uno de los suyos y la olímpica su vivero. Seguro que asume la derrota como algo suyo.
Es cierto que el fútbol es el deporte menos olímpico, ya que compiten las selecciones B de cada país, pero esa mancha emborrona un expediente intachable del fútbol español de selección desde que Luis Aragonés fue valiente y aplicó la técnica de los bajitos. Concluyó que, a falta de condición física de base, el ‘tiqui taca’ era la mejor opción española. Un arma de destrucción masiva para sus rivales.
Esa final de Copa metida con calzador por falta de pechas, la Eurocopa, la falta de descanso de los jugadores, le mezcla de uno tipos que llegaron a Londres en plena pretemporada y de otros que acudieron como colofón a una campaña extenuante, abocaron a un desastre que puede dejar secuelas anímicas en jugadores emergentes. No así en Javi Martínez, Jordi Alba y Mata, campeones de Europa con la absoluta en Kiev. Milla se convierte en la primera víctima.

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