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Ane Arruabarrena

Ladelponcho Verde´s… Daily Tales

La emoción de la espera

Siempre me han hecho gracia esos reportajes veraniegos en los informativos -cuando parece que hay poco que contar- en los que los reporteros se acercan a Benidorm para dar cuenta de las familias que se levantan a las cinco de la mañana con la sombrilla bajo el brazo para coger un buen sitio en la playa, y luego se vuelven a dormir. Admiraba a esas personas con semejante fuerza de voluntad.

Pero por aquél entonces no vivía en Estados Unidos. Aquí, lo de ser el primero en conseguir algo es más que un esfuerzo; hacer cola en este país es una afición. Cuando llegué, hace ya más de año y medio, tuve la oportunidad de ver por primera vez las colas de gente esperando para comprar el iPhone que salía a la venta al mercado en ese momento. Pero eso era días antes de que se pusiera a la venta. Había incluso tiendas de campaña en la avenida principal de Palo Alto. MI primera reacción fue, por supuesto, suponer que los regalaban, o que los diez primeros tenían un 50% de descuento, o que por lo menos les regalarían una camiseta o una taza. Pero nada de eso. Estaban ahí solo por la satisfacción de tener entre sus manos ese objeto del seso horas antes que el resto de los mortales.

Ahora que me he modernizado, ya sé que esas personas son legión, que el propio Tim Cook -cofundador de Apple- hizo cola durante horas para conseguir su iPhone 5S y solidarizarse con sus ‘fans’, y que hay incluso un tipo en Japón que ya se ha puesto a esperar para ser el primero en hacerse con el iPhone 6 (sin fecha prevista de salida).

Pero, como decía, no se trata de la ilusión por obtener algo en concreto, sino de la afición por pasar horas en fila, incluso para comerse un helado. Pasa cada día en Palo Alto, creedme. ¿Y qué tiene de especial ese helado? Pues que te lo sirven como un sandwich, pero entre dos galletas. Mi teoría es que el helado lleva pegado en la parte de abajo algún tipo de estupefaciente, pero nunca lo sabré porque no tengo intención de perder el tiempo en descubrirlo.

Hablábamos de esta cuestión ayer, con un amigo local que no gusta de estas aficiones. Nos contó que hay un lugar en Nueva York en el que la gente hace cada día dos horas de cola para conseguir un dulce que llaman ‘cronut’, y que es un cruce entre un croissant y un donut. ¿Pero no podría hacer un agujero en un croissant y obtener el mismo resultado en la panadería de enfrente? Pues parece que no. El local en cuestión es conocido por tener un problema sanitario con las ratas, pero qué más da. La gente se agolpa a sus puertas a las ocho de la mañana, y hora y media después los dependientes salen para informales de que no hay más cronuts por hoy. No importa, mañana volverán a esperar, a ver si tienen más suerte. Y si no es mañana, será al día siguiente. Porque no importa el premio en sí; lo que realmente les gusta es la emoción de la espera.

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Historias, ideas, curiosidades y reflexiones de una donostiarra en la Bahía de San Francisco

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