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Ane Arruabarrena

Ladelponcho Verde´s… Daily Tales

Como un chispazo

Ha tardado unos cuantos días, pero hoy he recibido el mejor regalo de cumpleaños. De una de las personas más importantes para mí en esta aventura americana. Alguien que tomó la acertada decisión de marcharse cuando ya había sacado de esto todo lo que necesitaba. Y se fue a seguir con su camino, o a retomarlo más bien. Me felicitó, por supuesto, pero yo sentía que había algo más. Y hoy, cuando he visto un gran sobre asomando en mi nuevo buzón, sabía que era ella. Regalos preciosos, escogidos pensando en mí, como a mí también me gusta hacer. Pero entre ellos, algo de un valor casi mágico para mí: una carta escrita a mano. Sí, a mano, con un boli, con letra redonda y algún que otro tachón. Como tiene que ser. La he desplegado con la emoción de una niña. Más de una página, ¡bien! ¡Y por los dos lados! Y ya no existía el mundo, solo ella y yo. La veía contándome cómo le va la vida, sus aventuras en una nueva ciudad, podía ver sus gestos y los cambios de tono en su voz. Y sus suspiros, y su risa.

Me he emocionado cuando me ha hablado de algo muy importante para ella en este momento: sus estudios feministas. Me emociono porque me veo en ella años atrás, veo en esas frases que leo y releo toda la ilusión, el desconcierto, el alucine que supone empezar a ver el mundo de una manera en la que nunca nos lo contaron. Formarme en estudios feministas ha sido una de las (dos o tres) decisiones más importantes que he tomado nunca. Yo también, igual que A., sentía que iba a estallarme la cabeza cuando me hablaban de Judith Butler, por ejemplo. Pero estallar de emoción, de felicidad. Las cosas encajaban. Y no estaba sola.

Cuando conocí a A., rápidamente noté que teníamos mucho en común. No en nuestras personalidades, para nada. Pero sí en algo que no sé bien cómo explicar. Esas cosas que hacen que nos duela el estómago, que nos hieren. Esa imposibilidad de aceptar las injusticias como si no pudiéramos hacer nada. La manera de hablar, a veces tan cruda, a veces un poco vulgar, natural, verdadera. Y cuando me habló, hace ya mucho, de su interés por los estudios feministas, supe que sería para ella tan revelador como lo fue para mí en su momento. Porque aun siendo tan diferentes, en algunos chispazos, ella y yo somos la misma persona. Una más alegre y dinámica y la otra más reflexiva y melancólica. Pero ambas con esa visión del mundo que ya nadie nos puede quitar.

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Historias, ideas, curiosidades y reflexiones de una donostiarra en la Bahía de San Francisco

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diciembre 2015
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