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Ane Arruabarrena

Ladelponcho Verde´s… Daily Tales

El terremoto que no viví

Desde que llegamos a California, hace ya más de dos años, los terremotos han sido un tema de conversación recurrente. Lo es para todo aquél que llega a la Bay Area de San Francisco. Siempre había alguien que nos advertía de la inminencia de uno grande, de uno del estilo del de 1906, que destrozó el 80% de la ciudad. Y entonces empezaba la discusión sobre si queríamos vivir uno durante nuestra estancia en SF, o mejor no. Porque siempre hace ilusión recordar que has presenciado un momento histórico, que has estado en ese lugar en ese instante. Pero a la vez, obviamente, un terremoto poco tiene que ver con el festival de Woodstock o con la proclamación de Obama como presidente de los Estados Unidos, por ejemplo. Quiero decir, que los terremotos dan miedo. Son peligrosos. La naturaleza que se rebela. En estas conversaciones siempre acababa prometiéndome a mí misma que iría al museo de los terremotos de San Francisco, donde hay un simulador y te enseñan lo que tienes que hacer en caso de que la tierra empiece a moverse violentamente bajo tus pies. Todavía no he ido.

 

Esta mañana me he despertado poquito a poco, con la sonrisa de domingo en mi cara, esa sonrisa de cuando sabes que, si quieres, puedes darte media vuelta y tratar de recuperar tu sueño donde lo dejaste. No hay prisa. Pero el Científico me miraba fijamente, con expectación. “¡No te has despertado!” ¿Cómo dices? “Esta noche. Ha habido un terremoto de 6.1 y no te has despertado”. Sí, ya, vale, un terremoto. Habrá sido un ligero temblor. Eres un exagerado. Me doy media vuelta. Pero entonces empiezo a pensar y a alterarme. ¿Cómo es posible que haya habido un terremoto y no me haya enterado de nada? ¿Y por qué no me has despertado? “Pensaba que estaba soñando. Me he quedado en shock. No puedes imaginarte cómo se movía la casa”. Miro el periódico. Sí, efectivamente. Terremoto en Napa. Cerca de 90 personas heridas, algunas de gravedad. En las redes sociales, compañeros y amigos hablan de lo que han vivido: “¡Mi primer terremoto en California!”. Y yo no puedo dejar de pensar que me lo he perdido. ¿Cómo es posible que no me haya despertado?

 

Y entonces recuerdo la historia que siempre me cuentan de mi abuelo, que en el mayor seísmo en Donostia, allá por lo años 50, no solo no se despertó sino que se cayó de la cama y siguió durmiendo como si nada. Así que parece que me viene de herencia. Pienso también en el terrible terremoto que sufrió Chile en 2010. Mi amiga L. vivía entonces en la capital, en Santiago, y debido a los problemas derivados del seísmo me era imposible comunicarme con ella. Recuerdo que al día siguiente me hicieron un contrato indefinido en el trabajo, pero mi cabeza estaba entonces muy lejos. Solo podía pensar en los efectos devastadores del temblor, y pedir –o incluso rezar, no lo sé- con todas mis fuerzas que L. estuviera bien. Lo estaba. Por fin pude relajarme cuando una semana después mi amiga consiguió conectarse a internet y me escribió para tranquilizarme. Ella estaba bien y la casa solo necesitaba unos arreglos, pero seguía conmocionada por esos pocos minutos que le habían parecido una eternidad. Me decía también que la ciudad, el país, no eran los mismos. Las caras de la gente en la calle reflejaban miedo e inquietud. El poder de la naturaleza…

 

El terremoto de Napa ha sido fuerte pero podría haber sido mucho peor. Eso sí, se espera una fuerte réplica en los próximos días. Esta vez sí, prometo que voy a ir al museo de SF lo antes que pueda, prometo que entraré en el simulador y que tomaré nota de todas las recomendaciones de los expertos. Por si, un día de estos, me despierto en medio de la noche y vivo mi primer terremoto en California.

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Historias, ideas, curiosidades y reflexiones de una donostiarra en la Bahía de San Francisco

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