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Mikel Madinabeitia

El día después

El hombre que siempre estuvo allí

Markel Bergara brilla cuando la Real desaparece. Es una de las paradojas del fútbol, que reserva papeles imprescindibles para jugadores que no copan las portadas pero que acaban siendo indispensables en la coraza defensiva de un equipo. El de Elgoibar completó un expediente inmaculado en La Rosaleda con un partido top. Anuló a Portillo, le desesperó y le desanimó hasta el punto de que a su entrenador no le quedó otro remedio que sustituirlo en el descanso. En el segundo tiempo se tuvo que multiplicar para abortar el empuje del Málaga, apoyando a Ansotegi e Iñigo Martínez en todas las coberturas. Markel fue fontanero y quitanieves al mismo tiempo. Fue la peonza loca que fue de aquí para allí. Jugó, corrió, peleó, robó y tapó todas las vías de agua. Fue el hombre que equilibró el buque. El hombre que siempre estuvo allí.

 

Sometido al juego del oponente, la Real adoptó un papel pasivo a partir del gol y fue entonces cuando la figura de Markel se agigantó. Hubo conatos de incendio por doquier, pero su manguera siempre llegó a tiempo. Estuvo donde estuvo el balón, como si tuviera un imán. Este tipo de jugadores están acostumbrados a tener un papel de funambulista. Una patada a destiempo o llegar medio segundo tarde pueden suponer un drama para el equipo, pero es un riesgo que asumen. Son equilibristas en apuros. Su trabajo no siempre es valorado, sus errores tienen un eco ensordecedor y el viaje a la madurez ha sido largo y tormentoso -¿se acuerdan de sus constantes lesiones?-, pero su trabajo de aguador es indispensable para que jugadores como Rubén Pardo tengan el paso expedito y se luzcan.

No me gustó la Real. No me gustó a partir del gol, quiero decir. La segunda parte se me hizo eterna, pero es justo afirmar que el rendimiento del portero, los centrales y Markel fue extraordinario. El de Elgoibar fue la bomba de oxígeno que permitió respirar al equipo cuando los minutos fueron horas. Tuvo un hambre pantagruélico y dejó todos los platos limpios. No quedaba nada para rebañar. Miren, les voy a contar una cosa. Cuando uno aterriza en este oficio tiene un punto de vista más pasional y, a medida que transcurren los años, éste suele sufrir una transformación. ¿Por qué? Porque la relación de amistad que entablamos con algunos entrenadores es enriquecedora para ir un poco más allá. Técnicos que amplían tu opinión con enfoques diferentes, con un lenguaje diferente, y que te ayudan a que encuentres la explicación a las cosas que suceden en el campo. Cuando hablas con ellos masticas los partidos y sus argumentos facilitan tu digestión.

En un fútbol moderno en el que los goles acaparan las portadas, siempre me ha llamado la atención la importancia que profesan hacia los hombres que pueblan la medular y, en concreto, al que arregla los desaguisados. El que pasa la segadora para que la hierba esté en perfecto estado. El primer bombero que acude al rescate cuando se ha declarado el incendio. Markel responde a este patrón y su encuentro de ayer volvió a cumplir las expectativas de lo que el cuerpo técnico demanda para esa posición. Un hombre que no rehúye ninguna misión por complicada que parezca. El jugador que va a por el balón cuando los demás se repliegan. El futbolista que ataca cuando los demás defienden y el que defiende cuando los demás atacan. El hombre que siempre estuvo allí.

El tercer tiempo para analizar los partidos de la Real Sociedad y el Eibar

Sobre el autor

Las nuevas tecnologías han cambiado la forma de ver la televisión. Series para gourmets nace con la pretension de ayudar a personalizar su menú televisivo en lo que hace referencia a las series de TV. Analizaremos series actuales, novedades, pequeñas joyas olvidadas y series clásicas dando nuestra opinión personal sobre el nuevo formato de oro del siglo XXI.

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