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Rodrigo Errasti

Abonado 360

San Mamés, San José y San Aduriz

Ver para creer. El Athletic, séptimo en la última Liga, dejó al Barcelona supercampeón europeo y con un póker en el zurrón en una situación muy complicada para lograr el ansiado ‘sextete’. Y lo hizo con una goleada, cuando nadie lo esperaba. Ni los seguidores más incondicionales vascos, que hace más de cincuenta años que no veían un 4-0 al Barça. El aspirante a todos los títulos en un año fue zarandeado, se llevó cuatro y lleva 8 goles en contra en 210 minutos esta semana. Cuatro goles por final. Partiendo de la base que esta edición del torneo no se debería jugar, como se encargó de recordar Valverde en la previa, el duelo en Bilbao tuvo más de lo esperado.

Al menos del lado débil, de que no era campeón más que del apoyo incondicional de su hinchada. El Barcelona, que el doble duelo ante los leones le motiva por ser el paso previo al ansiado ‘sextete’, se presentó con cinco caras nuevas respecto al once de Tblisi y siete cambios, porque Mascherano y Rafinha se colocaron como centrocampistas. La pareja de interiores Sergi Roberto-Rafinha jamás funcionó en el filial y no fue San Mamés el sitio en el que lo hizo. Sergi Roberto sabe tocar fácil y rápido pero le falta jerarquía para llevar el ritmo mientras que Rafinha demasiado es caótico.

El Athletic con una presión alta, intensidad y entrega extrema se metió en el partido tras un inicio dubitativo. Eraso obligó a Ter Stegen a sacar una manopla que generó dos córners. Se emocionó San Mamés. Su pasión combinada con el orden y seriedad del equipo, que cuenta con un goleador que no parece envejecer, que fija centrales provocaron que el Barça se colapsara. Eso y que esta vez Valverde usara un sistema de ayudas para frenar a Messi, olvidando el marcaje individual utilizado en el Camp Nou.

Aduriz, él solito, demostró que Bartra y Vermaelen no son válidos como pareja. Ya coincidieron en el Barça-Depor de la última jornada de la pasada Liga, partido del que repitieron siete 11 titulares en San Mamés, que se quedó boquiabierto cuando San José marcó un gol inolvidable. Un mal despeje de Ter Stegen lo controló el navarro para soltar un derechazo a bote pronto desde medio campo que se coló en la meta azulgrana. Un golazo desde 49,57 metros para castigar la indolencia del alemán. Si lo marca un galáctico, da la vuelta al mundo. Los más antiguos nos acordamos de uno que marcó Santi Aragón en el mismo torneo a Zubizarreta.

Histórico triunfo

Aquel torneo lo ganó el Real Madrid, pero claro el Barça de entonces no tenía a Messi. Apenas apareció Leo, que por vez primera no marcó a los ‘leones’. Si aparece puede hacer cinco en la vuelta y sepultar las esperanzas de gabarra. En Bilbao estaba perdido, igual que Mascherano, Rafinha o Sergi Roberto, que abusa de la conducción y está condenando este verano sus opciones de ser grande en el Barcelona. Su equipo normalmente domina los partidos gracias a su poderío en el centro del campo, pero sin Busquets, Iniesta y Raakitic no manda, no triangula no se impone y tampoco conecta con Messi. Apenas un par de sprints de Pedro jugó con juego. Se fue con amarilla y luego provocó dos seguidas, una a Eraso y otra a Beñat. En una de esas faltas Iraizoz evitó que hubiera empate al descanso con el único tiro a puerta del Barça en el primer acto. Fue un golpe franco de Messi, que lo mandó junto a la escuadra porque practica con los ojos cerrados.

Al regreso de vestuarios, González González siguió con su habitual discurso de superioridad con los jóvenes como Sabin Merino o Sergi Roberto y acomplejado ante estrellas mundiales como Luis Suárez. El partido se convirtió en algo descontrolado y muchas oportunidades en ambos lados. El Barcelona tuvo dos ocasiones clarísimas nada más empezar, pero en una pegó el larguero evitó un derechazo de Pedro y en otra fue la mano de Iraizoz el que frenó un remate a bocajarro de Messi tras una asistencia de un Suárez muy desconectado. Ahí estuvo el partido, el Athletic fue capaz de superar el chispazo culé y por fín disfrutó ante el rival que le ha amargado en las tres últimas finales coperas.

Sabin Merino asistió al área y allí Aduriz se adelantó a Mascherano para marcar de cabezazo espectacular. El ‘11’ usa la cabeza mejor que muchos delanteros el pie. Mientras cantaba La Catedral, el Barça mostraba que no tenía frescura de piernas pero tampoco ideas claras. Luis Enrique pensó en variar algo, recuperar el centro del campo, tener la pelota pero no parece capaz de cambiar la dinámica de los partidos con sus cambios. El experimento de Rafinha y Roberto no funcionaba. El asturiano, cuyo Barça ha encajado al menos dos goles por partido desde que comenzó la pretemporada, metió a Iniesta y Rakitic para frenar la sangría pero llegó el tercero. Y el cuarto.

Los errores defensivos eran groseros. Adriano mostró una imagen preocupante, en uno de los goles le superaron como a un alevín. Pese a todo fue peor lo de Alves. Superado por Sabin Merino en el 2-0, después cometió un penalti que le retrató. Aduriz hizo el 4-0 para asombro general. De ahí al final el Athletic supo cerrar el partido y asegurar un triunfo histórico ante un rival perdido, frágil, exhausto y sin actitud. Este Barça si se quita la caraja actual y vuelve al modo Berlín, es muy capaz de dar la vuelta a este marcador, pero por el momentos las sensaciones que ofrece este verano son muy preocupantes. Sin ritmo, sin profundidad y sin ideas. Pese al título de Tiflis.

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