>

Blogs

Ainhoa Cilveti

El trampolín de tu vida

La Buena Educación

Hoy quiero presentar el caso de una madre preocupada por dar lo mejor a su familia. En muchas ocasiones creemos que dar lo mejor a nuestros hijos pasa por mandarlos a buenos colegios, darles una alimentación sana, apuntarles a todas las actividades adecuadas para su desarrollo… y por supuesto, en la sociedad en la que vivimos, que tengan una buena bici, un buen teléfono, que vistan adecuadamente, o incluso que hagan los viajes que el resto de sus amigos hace. Pero muchas veces nos olvidamos de darles lo más importante de todo: Que sepan estar en cada sitio y situación que les va a tocar vivir.

En alguna ocasión he tenido que escuchar que la buena educación es algo pasado de moda, incluso que los buenos modales están en contra de la verdadera esencia de uno mismo, y por lo tanto, es mejor que dejemos a nuestros hijos que actúen como les parezca.

Yo no estoy de acuerdo, creo que la educación nos enseña a ser nosotros mismos, a respetarnos, respetando a nuestros próximos, que la educación nos facilita la convivencia con los que nos rodean, sin perder nuestra esencia y sin perturbar la de las personas que están a nuestro alrededor. Mi experiencia en la vida me ha enseñado que es muy importante empatizar con la gente que queremos, y por lo tanto saber estar en cualquier mesa es igual de importante. Hay valores que no hay que perder, por muy deprisa que vaya el mundo, la honestidad, la confianza en uno mismo, la camadería, pero tampoco tenemos que perder el respeto por los demás, y la educación, sintiéndola realmente, nos facilita las relaciones con nuestros allegados, ya que nos enseña como comportarnos para no perdernos el respeto a nosotros mismos y a los que nos rodean. Esto no significa que seamos hipócritas, nada más lejano a lo que creo que es la verdadera educación, cuando se siente como tal y no como un paripé de cómo comportarse.

Cuando un niño aprende a decir gracias por una cosa, simplemente, está agradeciendo un acto por el que se siente agradecido. Está reconociendo el valor de ese acto en la otra persona, y eso significa respeto por lo que la otra persona está haciendo. Esto nos lleva a lo que será la siguiente reflexión sobre nosotros mismos: aprender a agradecer lo que tenemos.

Por este motivo, animo a todos los padres y madres a que den aquello tan difícil y por otra parte tan al alcance de todos: la buena educación. Enseñarles a convivir con otros, les puede ayudar a respetarse a si mismos, a la vez que lo hacen con los de su entorno, y a facilitarles la vida ahora y en un futuro.

 

Temas

Coaching para todos

Sobre el autor


noviembre 2013
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930