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Ainhoa Cilveti

El trampolín de tu vida

Egoísta por no contar

Hay personas que son hacia fuera, y otras, por el contrario son hacia dentro. Las personas que son hacia fuera necesitan decir las cosas que sienten, que les pasa, les preocupan o les emocionan, no pueden guardarse nada para ellas, tienen que sacarlo todo. Sin embargo, hay otro tipo de personas que les cuesta contar sus emociones y sentimientos, que se guardan todo para ellas, sobre todo las cosas que son malas o que pueden causar dolor a otros. Si tuviéramos que valorar quienes son más considerados con su entorno, en un principio, podríamos decir que son aquellos que se guardan para sí sus preocupaciones, sin embargo, creo que esta es una actitud egoísta, aunque parezca lo contrario.

Estas personas que se guardan todo para adentro, se excusan diciendo que no quieren preocupar a los de su alrededor con sus preocupaciones, sin embargo, no se dan cuenta que los problemas terminan siempre saliendo, y suele ser peor enterarse tarde, cuando hay menos tiempo de reacción. Además, al no contar lo que les pasa, privan a los demás de poder participar y ofrecer su ayuda. Se quedan con el asunto para ellos solos, sin dejar que los demás tomen parte en él. Por supuesto, se puede contestar que los asuntos de uno son propios, y nadie tiene derecho a querer intervenir en ellos, pero también es verdad que nos gusta ayudar y ser de utilidad a las personas que queremos, y para esto, ellas deben dejarnos tomar parte de su vida. Por este motivo, aunque en un primer momento parezca más egoísta el que no es capaz de callarse y cuenta sus asuntos, considero que a su vez es generoso compartiendo esos aspectos de su vida no tan agradables y dejando a su entorno poder ofrecer su apoyo.   

Debemos tener en cuenta, que en muchas ocasiones, por muy complicado que nos pueda resultar un asunto, dos o más cabezas ven más soluciones que una sola, lo que suele llevar a poder buscar una alternativa más satisfactoria, sin contar que unir las fuerzas nos proporciona más energía para afrontar cualquier situación. Además, muchas veces, el simple hecho de exponer un problema en voz alta comienza a dejar de parecernos tan grave, y en ocasiones comenzamos a ver la solución según lo vamos verbalizando, por lo tanto, compartir no sólo nos permite encontrar ayuda externa, sino también aclarar nuestras propias ideas.

 

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