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Ainhoa Cilveti

El trampolín de tu vida

Falsa humildad vs emprendizaje

En posts anteriores he solido hablar de la falsa humildad que nos han inculcado y que en ciertas ocasiones nos limita para avanzar y conseguir lo que nos proponemos. Se trata de esas veces, en las que debido a que nos han educado en la convicción que no hay que ser arrogante ni airear nuestros logros, nos impedimos a nosotros mismos transmitir en lo que somos buenos cuando necesitamos hacerlo, incluso podemos pecar de “tímidos” y de no atrevernos a defender nuestras habilidades. De hecho, en casi todos los eventos y talleres relacionados con el emprendimiento y el auto-conocimiento, hay alguien que comenta lo difícil que le resulta venderse a sí mismo, ya que esto les suele causar pudor.

Cuando alguien quiere lanzarse al mundo del emprendizaje, tiene que tener claro, que va a tener que hacer muchas cosas a las que no estaba acostumbrado, y va a tener que romper muchas barreras personales para lograr sus propósitos. Desde luego, no se trata de hacer nada que vaya en contra de los valores de cada uno, en esto hay que mantenerse firme, ya que son nuestros valores los que nos guían con buen juicio por el camino deseado. Pero, sí debemos valorar ciertos aspectos de nuestra educación, que nos han inculcado desde pequeños, y que pueden limitar nuestros pasos para conseguir lo que queremos. ¿Qué conseguimos “tapando” que somos muy buenos en desarrollar una habilidad o realizar alguna acción que nos beneficia en nuestro desempeño? ¿Qué problema hay en decirlo a los cuatro vientos si nos va a ayudar a posicionar nuestra empresa o a permitirnos colocarnos en el puesto de trabajo que queremos?

Por lo tanto, nos puede resultar de ayuda comenzar redactando una lista de habilidades en las que somos buenos, y otra en las que debemos mejorar. Si somos conscientes de que vendernos bien no está dentro de la primera lista, podemos comenzar por quitarnos la vergüenza y superar las barreras que nos lo impiden, para poder poner en valor todo aquello que sí hacemos bien. Tenemos que ser conscientes, que escondernos detrás de la falsa modestia nos va a impedir mostrar esas otras habilidades en las que sí destacamos, encerrándolas como si de un tesoro se trataran e impidiéndonos utilizarlas. Habrá quien piense que son los otros quienes se van a dar cuenta de nuestro potencial sin necesidad de que lo digamos nosotros, y seguramente, si disponen de tiempo para hacerlo, se den cuenta, pero valoremos que en muchas ocasiones, si nosotros no nos anticipamos, nunca lo van a poder averiguar.

 

 

 

 

 

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