No soy fanático de Metallica, pero aprecio el buen saber hacer que llevan teniendo en su larga trayectoria. Que no sea un fan total de los estadounidenses no significa que no me gusten y que no sepa valorar su obra desde el punto de vista musical. El “Master of Puppets” me parece una barbaridad de disco (y de canción) y su directo es de lo más contundente de la escena heavy pese al paso de los años. No ser un hooligan de esta banda me hace ver las cosas desde otro punto de vista diferente.
La hinchada de Metallica quedó decepcionada en 2003 con la publicación de “St. Anger”. Es un disco en el que no hay ni un solo de guitarra, algo que es extraño en la banda y en el estilo que tocan, y el sonido de batería también era muy novedoso. El protagonismo radicaba en la caja, que tiene un armónico metálico y no de madera. Recibieron muchas críticas por parte de la prensa especialidad y de sus fieles, pero a mí me gusta.
Puede que esta opinión duela entre los que siguen a Metallica como si de una religión se tratara, pero el St. Anger es uno de los discos que con más gusto escucho una y otra vez. Me encanta el single, del mismo nombre que el disco, que además viene acompañado de un videoclip genial. Dicho video, que bebe de Hollywood, es muy made in USA, grabado en la cárcel de San Quintin y que impresiona.
“Frantic” también es un tema que me gusta escuchar, con unos cortes llenos de brutalidad y contundencia. La grabación de este trabajo fue suspendida ya que James Hetfield, cantante y guitarrista, tuvo problemas con el alcohol y otras sustancias en la época en la que se grabó, fruto de un tiempo en Siberia y con el vodka de compañero. No sé hasta qué punto es cierto y cuando hay de leyenda en ello, pero Dios bendiga al vodka si tuvo algo que ver en la producción de estos temas.
Un pequeño oasis sónico diferente dentro de una longeva discografía. A mí me gustan estos Metallica más… metálicos.