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Ivan Castillo Otero

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Reflexiones desde la piscina: aquí no hay playa

Y vosotros pensabais que en el norte ahora apretaba el calor con esto del cambio climático. Cuando os estéis muriendo del sofoco, pensad que en Madrid es lo mismo al cubo. Lo peor no es eso, recuerden que aquí no hay playa (vaya, vaya), como decían Los Refrescos a finales de los ochenta. No es lo mismo volver a casa con algunas arenillas en el fondo de la mochila y olor a salitre que tener que utilizar la tradicional ducha tras el día de remojo para quitarte el cloro.

La piscina es un elemento algo rancio si me lo permiten. Para los que estamos acostumbrados a la brisa marina y a mirar las mareas en el periódico, esta “charca artificial” es un poco claustrofóbica. Llega el fin de de semana, con Lorenzo apretando al máximo, y te dispones a hacer el petate y acudir a la piscina más cercana. Llegas a la taquilla y miras los precios: ¡6 euros los fines de semana y 5 entre semana! En un lugar como Madrid, la piscina debería de ser un derecho fundamental. Ya no acudes tanto por ocio, vas porque es necesario refrescar el cuerpo cuando el mercurio lleva clavado en los 38 grados centígrados durante nueve horas seguidas. Ni el Tour puede refrescar las tardes. Al siguiente que me diga que el calor de Madrid se soporta mejor puesto que es seco, lo crujo.

El Consistorio madrileño va cuesta abajo y sin frenos. Ana Botella está dando el golpe de gracia a la gestión de su partido y les quedan dos años en el poder hasta las próximas elecciones municipales. Lo de privatizarlo todo está a la orden del día por la capital, y dicen las mentes críticas que las instalaciones deportivas serán lo siguiente. Es algo que está al alza, todo el mundo acude a ellas por una cosa u otra. Si ponen las entradas y cuotas caras, la gente no va. Si la gente no va, deja de ser rentable. Si no es rentable, tienen la excusa perfecta para privatizarlo. Si lo privatizan, logran su objetivo. Y, finalmente, si logran su objetivo, nos vamos a cocer vivos. Es un causa efecto, como la canción del maestro Peret: “el gato caza al ratón, el ratón se come el queso, el queso lo da la vaca, la vaca tiene dos cuernos…”.

Y, aunque parezca mentira, reflexiono sobre más temas en ese infierno rectangular, pero eso es cosa de otro día. Y recuerden: todo esto siempre se pasa mejor en buena compañía, consejo de amigo.

 

Música, entre otras cosas

Sobre el autor

Donostiarra de nacimiento y medio coruñés por parte materna. Periodista por vocación. Mi abuela Juana vendía la prensa en un kiosco y la llamaban «la periodista»; así que soy el segundo de la familia que trabaja en el mundo de la comunicación. San Sebastián, Bilbao, Madrid y, ahora, A Coruña. Siempre estoy leyendo algo. Me gusta el rock y tuve un grupillo. Me interesa la historia. Sigo el calendario ciclista de pe a pa, y del fútbol soy de la Real Sociedad. También hago fotos.


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