No solo de pan vive el hombre y no solo poso mis pensamientos en este rincón. Además de en la revista 12 pulgadas, también aporto mis disertaciones en otras plataformas. Hace unos días recibí en casa el disco que tengo que criticar para el siguiente número de una revista especializada. Normalmente no suelen ser bandas con solera y sí más amateur. Esta vez me llegó el de cuatro muchachos que se llaman The Black Moon. Hasta ahí todo era normal.
Abrí el sobre sentado en el sofá de casa y saqué el contenido. El disco venía acompañado de una carta y de una foto. La imagen me dio mucha ternura y la carta era pura esencia del rock, escrita a mano y sin tonterías. Contaban que habían grabado el disco por satisfacción personal, que eran cuatro tíos normales y que habían aprovechado un garaje de pintura que se encontraba en desuso para sacar ruido. Me parecieron unos cracks, todo actitud.
En lo que a la música se refiere, hacen rock instrumental. Se sacan de la manga versiones de The Animals o Credence Clearwater Revival sin que se les pueda reprochar nada. A mí me han ganado. Dentro del excesivo postureo que sufrimos en la farándula musical, gente como esta te reconcilia con el genero de los músicos. En los tiempos que corren se echa en falta esa humildad y esa predisposición sin querer parecer los más listos de su barrio. No tienen padrinos y no quieren aparentar; es solo rock and roll.