>

Blogs

Ivan Castillo Otero

12 pulgadas

Buen viaje, señor Leonard Cohen

Es posible que esta historia la contase ya en alguna ocasión. No sé si fue aquí o en otro lugar. Soy un poco abuelo cebolletas. Espero que puedan perdonarme. Allá voy.

Era un día como hoy, de esos en los que me toca viajar. El trayecto, entre Donostia y Bilbao, apenas me iba a llevar una hora. Como tantas otras veces mientras viví en el “botxo”, cogí el Pesa al lado del Hotel Amara Plaza. El conductor que me tocó era el padre de mi amigo Endika. Antes era transportista y su función era llevar el tabaco todos los días desde Logroño, donde está la Tabacalera más cercana a Gipuzkoa tras el cierre de la de San Sebastián, a diferentes puntos de la provincia. Cansado, lo había cambiado por esto. Gozaba de una mejor jornada y el trabajo le era menos arduo y más entretenido.

Al llegar a la capital vizcaína, pasé a despedirme de él. No me había dado cuenta, pero en mi mismo autobús viajaba un profesor que me daba clase en el campus de Leioa (Bizkaia) de la Universidad del País Vasco. Sí, por aquel entonces era un despreocupado universitario. Mientras el padre de Endika me enseñaba un vinilo de Leonard Cohen (Montreal, 21 de septiembre de 1934) que había comprado en una feria de segunda mano, se acercó este profesor que antes he citado. “Cuando era joven, me ponía los discos de este para llorar”, dijo al vernos escudriñando el álbum. En su mirada había aprobación; le gustaba que los chavales escucháramos los temas de este artista. Yo tenía buena relación con él y los tres nos quedamos a charlar brevemente. “Me ponía sus discos cada vez que me dejaba una chica”, contó. En lo labios de un cincuentón, que encima me daba clase, sonaba tierno a la par que sincero.

Leonard Cohen ha muerto hoy a los 82 años de edad. La noticia me ha pillado llegado a Chamartín, a media hora de subirme a un tren que va de Madrid a San Sebastián, y he sentido una profunda tristeza. Sentado en el convoy, me he acordado de lo relatado en estas líneas. Es curioso que se haya ido semanas después de que anunciaran el Nobel de Literatura para Bob Dylan. Si alguien lo merecía más en el mundo de la canción, ese era este canadiense residente en Los Ángeles.

Pero bueno, qué más dará eso ahora, ¿verdad? Se ha ido y punto. Si hago un ejercicio de imaginación, en mi mente lo veo marchar andando, en un día gris, frío y lluvioso. Lleva su característico borsalino calado y arrastra la guitarra en una raída funda negra.

“El amor no tiene cura, pero es la única cura para todos los males”, dijo un día Leonard Cohen. Todo mi amor para usted, aunque no vaya a ser suficiente para sanarlo. Y que tenga buen viaje en esta mañana de viernes en la que nos ha tocado viajar a los dos.

PD: Aquel profesor es Luis Castells y, casualidades de la vida, hoy lo entrevistan en la página 24 de El País.

Música, entre otras cosas

Sobre el autor

Donostiarra de nacimiento y medio coruñés por parte materna. Periodista por vocación. Mi abuela Juana vendía la prensa en un kiosco y la llamaban «la periodista»; así que soy el segundo de la familia que trabaja en el mundo de la comunicación. San Sebastián, Bilbao, Madrid y, ahora, A Coruña. Siempre estoy leyendo algo. Me gusta el rock y tuve un grupillo. Me interesa la historia. Sigo el calendario ciclista de pe a pa, y del fútbol soy de la Real Sociedad. También hago fotos.


noviembre 2016
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
282930