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Ivan Castillo Otero

12 pulgadas

El himno y las letras

Ha pasado algo más de una semana desde que estalló la polémica por el famoso «mariconez». Esta palabra es parte de la canción «Quédate en Madrid» de Mecano. Los muchachos de Operación Triunfo la vieron algo desfasada y, en un principio, no la querían cantar. Pidieron cambiarla y, tras una gestión regulera por parte de la dirección del programa, no pudieron. El debate que se formó era interesante, pero desde diversos sectores se encargaron de enfangarlo. En mi opinión, la palabra no desentonaba en su época, pero choca frontalmente con la actual sociedad, mucho más abierta y sensible con el lenguaje. No hace falta explicar que con «mariconez» se hace referencia a las personas homosexuales, dando por hecho que son ñoños, afeminados o sensibleros en exceso. Que las nuevas generaciones reparen en esto es bueno. No hace falta que Ana Torroja y los suyos editen una composición propia si no lo desean, pero que se le dé una pensada es sano y no hace daño a nadie.

En nuestra pequeña capital guipuzcoana, un leve cambio en la letra de una de nuestras más queridas composiciones ha generado una polémica sobredimensionada. La Real Sociedad ha decidido darle un aire a su actual himno, el «Txuri Urdin», que data de la década de los setenta. Retira el «aurrera, mutilak» (adelante, chicos) y lo sustituye por «aurrera, Reala» (adelante, Real). La intención es que sea una sinfonía inclusiva con las mujeres, que por aquel entonces eran solo aficionadas y ahora son parte del club en las secciones de fútbol o hockey. Lo veo como un cambio simbólico pero importante. Ahora, debería venir acompañado por una mejora de sueldos o condiciones laborales en los equipos femeninos. Si no sucede, será un brindis al sol.

Hubo un tiempo en el que muchos ciudadanos (y ciudadanas, qué triste) mantenían que, por ejemplo, el papel de la mujer en la Tamborrada debía ceñirse a desfilar como cantineras y abanderadas. De tocar el tambor o el barril ni hablamos. Incluso era común que en algunas sociedades se les vetara la entrada ciertos días y horas. Cuando estaba en primaria, algunos padres pidieron que sacaran a las chicas del equipo de fútbol (deporte escolar) dando argumentos carentes de razón por no decir en alto que pensaban que nos lastraban. Por suerte, el cole (Zuhaizti) no cedió y, además, dos de ellas fueron titulares indiscutibles en el torneo playero de fútbol 7. Hoy, por suerte, la mentalidad colectiva ha cambiado y las instituciones han puesto medidas para fomentar la igualdad. A nivel nacional, las cuotas de mujeres en el mundo laboral o político se han demostrado necesarias. A pequeña escala, la indignación desmesurada por el cambio de letra en el himno de la Real Sociedad es el machismo que nos ha tocado vivir en este comienzo de siglo XXI.

El club ha cambiado de himno o escudo a lo largo de su historia en repetidas ocasiones. Otras canciones acompañaban al equipo en los años veinte o cincuenta. En el caso del escudo, se ha ido amoldando a los nuevos tiempos con retoques considerables. Es lo normal y hay que tomarlo de manera natural. Por eso parece poco lógico que por el cambio de un término se monte semejante drama. Uno tiende a pensar que debajo de esas quejas se esconde un pensamiento algo anticuado que se escuda en otro tipo de excusas para justificar lo injustificable. Mi padre, nacido en 1949 y con más de cincuenta años como socio, me llamó el otro día para comentarme la jugada. Sin decirle yo nada, me dijo que le parecía lo más normal del mundo. Me hizo sentirme orgulloso y me apenó que gente que ha cumplido menos calendarios que él no lo vea así.

2018 pasará a la historia como el año en el que el feminismo se hizo popular y se convirtió en tendencia. En el pasado tenía únicamente connotaciones negativas, como si fuera un tipo de machismo ejercido por las mujeres. Kafkiano. Es una gran noticia que la Real recoja el testigo y se sume a esta ola de igualdad. No es postureo y no es una cuestión baladí el cambio de letra. Ellas también tienen derecho a sentirse incluidas en la canción que suena cuando saltan al campo. La medida ha tenido una bienvenida muy calurosa en las filas del equipo femenino de fútbol, como han demostrado en las redes sociales. Me alegro mucho. Ojalá ahora vean que sus reivindicaciones laborales se hacen realidad.

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Sobre el autor

Donostiarra de nacimiento y medio coruñés por parte materna. Periodista por vocación. Mi abuela Juana vendía la prensa en un kiosco y la llamaban «la periodista»; así que soy el segundo de la familia que trabaja en el mundo de la comunicación. San Sebastián, Bilbao, Madrid y, ahora, A Coruña. Siempre estoy leyendo algo. Me gusta el rock y tuve un grupillo. Me interesa la historia. Sigo el calendario ciclista de pe a pa, y del fútbol soy de la Real Sociedad. También hago fotos.


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