En este tiempo raro, cambiante, peligroso e inestable que nos ha tocado vivir desde el mes de marzo, a veces uno agradece que algunas cosas le recuerden a cuando todo era más normal, más mundano. Me explico:
El 28 de junio de 2010, mi amigo Endika (al que no veo desde Navidad) y yo fuimos al viejo San Mamés a ver a los AC/DC. Por aquel entonces presentaban el disco Black Ice, y lo que no pensábamos (ni nosotros ni el grupo) es que sería el último concierto de Malcolm Young antes de que la enfermedad se lo llevase por delante. Desde entonces, todo se fue torciendo: Brian Johnson dejó la banda por problemas auditivos y ficharon en 2016 como parche a Axl Rose para que fuera el cuarto cantante en la historia del grupo después de Dave Evans (1973-1974), Bon Scott (1974-1980) y el antes citado Johnson (1980-2016 y de vuelta desde 2020). Yo mismo pensé y escribí en este foro que para andar así era mejor una retirada a tiempo que forzar la continuidad del grupo hasta el día del juicio final. Honestamente, no tenía muchas esperanzas de que remontaran el vuelo.
2020, año de sinsabores y malas noticias, ha traído consigo este otoño un giro de guion que no esperaba: vuelven los AC/DC con Brian Johnson, recuperando a Phil Rudd de sus diversos problemas y con Steve Young, sobrino de Malcolm y Angus, sustituyendo a su tío fallecido. Creo que era la única opción digna si querían seguir en la carretera manteniendo algo del espíritu de la banda que conecte con los incondicionales.
No vuelven con las manos vacías. Su nuevo disco se llamará Power Up y estará a la venta el 13 de noviembre. El adelanto, Shot in the Dark, suena a lo de siempre: guitarrazos, voz desgarrada y estribillo pegadizo. ¿Para qué cambiar lo que ya han dicho por activa y por pasiva que no van a cambiar? En un momento así, me sentó de maravilla escuchar la canción. No es el mejor adelanto de los discos recientes, pero es lo que necesitaba: AC/DC siendo AC/DC.