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Ivan Castillo Otero

12 pulgadas

Rock am Dover

Nirvana, Pearl Jam, Madonna, Metallica, Michael Jackson y otros muchos sonaban en el año 1992. El rock alternativo vivía un gran momento y la electrónica ganaba seguidores gracias a The Prodigy, Chemical Brothers y Fatboy Slim, entre otros. Aquel año, en Madrid, Amparo y Cristina Llanos, Jesús Antúnez y Álvaro Díez decidían formar Dover.

Tres años después, lanzaron el disco Sister y dos después lo reventaron con Devil Came to Me, que, además de la canción que se llamaba como el álbum, incluía otras como Serenade y Loli Jackson. Pasaron de ser asiduos por todas las principales salas y festivales del país a dar el salto internacional.

Luego vinieron discos exitosos como Late at Night (1999), I Was Dead for 7 Weeks in the City of Angels (2001) y The Flame (2003). Mezclando con un toque bastante personal el rock, algo de punk y grunge, tocaron en festivales fuera de nuestras fronteras y de primerísimo nivel como el Rock am Ring alemán.

En este punto quiero pararme. Un año después de lanzar The Flame, estaban ante una audiencia entregada en el Rock am Ring y la prueba sigue estando en Youtube. Sonaban como un tiro; contundentes y sin florituras. A veces se iba alguna nota y a veces había algún fallo, pero su sonido era muy natural, muy crudo. Ese punto álgido (aunque el disco no había vendido tanto como los anteriores), sin que el público lo supiéramos, era el principio del fin.

El cuerpo les pedía un cambio radical y, en 2006, Dover sorprendió con Follow the City Lights. Se murió el rock y dio paso a un pop facilón aliñado con electrónica. También cambiaron de imagen y lograron llegar a gente a la que nunca habían interesado. En mi caso, viví ese cambio como cuando tienes 10-11 años, dices adiós a un amigo en junio y, tras las vacaciones de verano, regresa en septiembre al cole convertido en alguien con el que no tienes nada que ver.

Después lanzaron, I Ka Kené (2010), un disco con el que siguieron experimentando (olé por ellos), y con Complications (2015) trataron de regresar algo a los Dover de antes de 2006, pero aquello ya no era lo mismo. Tras 24 años en la música, en 2016 anunciaron que lo dejaban y, honestamente, parecía una decisión lógica. En lo personal, me costaba mucho creérmelos. Habían perdido, precisamente, esa naturalidad que los caracterizaba.

Me quito el sombrero ante el que, con todo a favor, decide arriesgar y probar otra cosa. Dicho esto, hace poco revisaba aquella actuación de 2004 en el Rock am Ring y me preguntaba hasta dónde habrían llegado si hubieran seguido esa línea. En fin, nos quedan los recuerdos… y la hemeroteca.

Temas

dover, música, rock

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Sobre el autor

Donostiarra de nacimiento y medio coruñés por parte materna. Periodista por vocación. Mi abuela Juana vendía la prensa en un kiosco y la llamaban «la periodista»; así que soy el segundo de la familia que trabaja en el mundo de la comunicación. San Sebastián, Bilbao, Madrid y, ahora, A Coruña. Siempre estoy leyendo algo. Me gusta el rock y tuve un grupillo. Me interesa la historia. Sigo el calendario ciclista de pe a pa, y del fútbol soy de la Real Sociedad. También hago fotos.


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