Octubre de 2023 es el mes en el que he vuelto a ver a Loquillo en directo. Hubo una época en la que lo vi bastante, incluso noches seguidas en Donosti y Bilbao. Lo he visto con y sin los Trogloditas y tengo mejores recuerdos de la época en la que era inimaginable que el apodo del barcelonés afincado en San Sebastián fuera sin el apellido de los Troglos.
Lo he visto compartiendo banda con gente que admiro y respeto (Jaime Stinus, el difunto Guillermo Martín…) y celebro que aún lleve en la alineación titular a Igor Paskual, asturiano que nació en Donosti.
Actualmente, está presentando Diario de una tregua (2022), su último disco hasta la fecha. Personalmente, es un redondo que me deja algo frío. En realidad, el último disco suyo que me hizo vibrar fue La nave de los locos (2014), que estaba conformado por canciones que, en palabras de Loquillo, Sabino Méndez tenía guardadas en un cajón. La mano del viejo acompañante del Loco, que no trabajaba con él desde Morir en primavera (1988), se nota en dicho álbum.
Con este contexto, la primera parte del concierto fue un combate nulo en lo que a mis gustos se refiere (Planeta Rock me despierta y poco más). Con Cruzando el paraíso identifico en mi entorno canturreando la canción a esos seguidores que no se han bajado del tren de Loquillo en ningún disco (y canturreo con ellos: Para ti la vida que te lleva, para mí la vida que me quemaaaaaa…).
Llega El rompeolas y la gente se anima, pero la versión-revisión algo lenta que hace es un poco coitus interruptus, no nos vamos a engañar. Recuerdo un concierto hace años de Noel Gallagher en Madrid en el que, tras sus temazos, llevaba algunas canciones de Oasis en el repertorio para terminar. Cometió el mismo error (en mi opinión) que Loquillo con El rompeolas: las canciones ya eran redondas y no hacía falta reinventar la rueda con versiones que se quedan lejos de la original.
Suena Carne para Linda como un tiro y el respetable se mueve con ganas, y todo el mundo corea El rey del Glam antes de los bises. Con Rock and roll actitud y La mataré (el momento más intenso y cañero de la noche) todos los presentes vamos calientes antes del esprín final con, entre otras, El ritmo del garaje; Feo, fuerte y formal; Rock and roll star y Cadillac solitario.
El sabor de boca final es bueno y, si se da la ocasión, volveremos a encontrarnos en el camino.