Se han convertido en algo cíclico en mi vida que regresa cada año en algún momento. Dover me acompañaron en la adolescencia y más allá y, con el tiempo, siempre vuelven. En este rincón creo que ya van, por lo menos, tres veces que les dedico unas líneas.
Hace pocas fechas, los revisaba por vez número tropecientas y me reafirmaba en lo bien que sonaban y en lo perfectamente imperfectos que eran. Los discos suenan como un tiro, pero en directo, con sus impurezas, suenan mejor. Recuerdo que cuando aún no habían hecho su particular travesía por el desierto no rockero, aquí estaban los más puristas del lugar poniendo peros a lo que hacían. Mientras tanto, lejos de nuestras fronteras, coreaban su nombre en algunos de los festivales más importantes del continente. Cuando un festival como el Viñarock las programaba, parecía que había que pedir perdón (ver para creer).
Dover tal vez fueron adelantadas a su tiempo. Las conjugo en femenino porque, con dos mujeres al frente de la banda, serían tendencia hoy, pero no en los noventa y tampoco en los dos mil. Además eran dos mujeres que hacían lo que les daba la gana siendo bastante ajenas a las críticas (y las padecieron en abundancia: por su forma de ser, por su físico… en fin, lo de siempre).
Con el tiempo, quisieron probar con una electrónica comercial (tan comercial como ha podido ser el rock en diversos momentos de la historia, por cierto). Su público más melenudo huyó y se quedaron con una audiencia masiva, pero infinitamente menos fiel. Llegó posteriormente el coqueteo con ritmos africanos, una apuesta arriesgada que pudo llenarles el alma, pero que fracasó comercialmente hablando. Cuando quisieron volver al rock, mucha de su gente ya no estaba por la labor de seguirlas. Con la nostalgia del aniversario del Devil Came To Me, consiguieron conectar de nuevo con parte de su vieja hinchada y, al poco, se separaron.
Hoy, los fans y curiosos esperamos un documental póstumo que, atendiendo a su tráiler, tenía buena pinta, pero que nadie sabe dónde está. Mientras tanto, siempre encontraré la escusa para pinchar alguno de sus clásicos o aquel directo en 2004 en el mítico Rock am Ring.