Buenas noticias para la hermandad de los cuervos negros | 12 pulgadas >

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Ivan Castillo Otero

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Buenas noticias para la hermandad de los cuervos negros

Happiness Bastards: Black Crowes: Amazon.es: CD y vinilos}La historia de los hermanos que tienen un grupo de música, se llevan mal y se separan o corren el riesgo de hacerlo no suena nada extraterrestre. Si no se separan, pueden seguir tocando al estilo de los últimos Ramones: cada uno tenía su camerino; no se dirigían la palabra; solo se juntaban para los directos; y, al acabar los conciertos, tal y como contaba (si no me falla la memoria) Johnny en el documental End of the Century, se decían un escueto “adiós”… si eso.

Desde fuera, sin romanticismos de por medio, tener un grupo no deja de ser un trabajo con el que, por lo menos, poder llenar la nevera. Aunque sea recomendable, no es de obligatorio cumplimiento llevarse bien con los compañeros de trabajo y tampoco con los hermanos (en este aspecto, yo me siento bastante afortunado). En el caso del difunto Johnny Ramone, da la sensación de que tampoco era la persona más amigable del mundo. Además, el hecho de que el conservador guitarrista del grupo (para la historia queda aquel “God bless president Bush” cuando entraron en el Salón de la Fama del Rock and Roll en 2002) le “robara” la novia a Joey, el cantante, no creo que ayudara a que esa furgoneta de gira fuera una balsa de aceite. De aquella trifulca, nos quedó para el común de los mortales la canción The KKK Took My Baby Away, un clásico de la legendaria banda de Queens.

Los hermanos Robinson, fundadores de The Black Crowes, parece que se entienden mejor cuando están sobre el escenario y en el estudio que en otros contextos. Con el resto de la banda original tampoco parece que la relación fuera mejor y, a día de hoy, ya no queda ninguno. A lo largo de los diferentes parones que han hecho desde que echaron a andar allá por 1984, han ido cambiando de caras hasta completar una lista de más de 20 músicos que en algún momento han estado en la banda.

Tras más de una década de silencio discográfico, 2024 ha sido el momento elegido por The Black Crowes para lanzar Hapiness Bastards. En un momento en el que el rock no parece ser tendencia, ellos presentan un redondo sin fisuras y en el que el sonido de los de Atlanta es más que reconocible. Los años han pasado por ellos, pero en el videoclip del single Waiting and Waiting se puede ver a un Chris Robinson mayor que en el de Remedy pero con la misma actitud y los mismos característicos movimientos de brazos y cadera.

El disco es una más que digna referencia para la historia del grupo que, sin llegar a la brillantez de los de la primera mitad de los noventa, se sitúa en un buen lugar dentro de su discografía. La apertura corre a cargo de la potente Bedside Manners, que tiene un estribillo redondo (llevan haciéndolo desde allá por 1990 con Twice As Hard y Jelaous Again, entre otras, y es marca de la casa). No es Sting Me pero tiene algo que me quiere recordar a ella.

La alineación más cañera y guitarrera la completan Rats and ClownsDirty Cold Sun (esa guitarra del comienzo me lleva brevemente a No Speak no Slave), Flesh Wound (no es Thick N’ Thin ni de lejos, pero se agradece la velocidad) y Follow the Moon.

Por otro lado, Cross Your Fingers y Bleed It Dry están a medio camino entre la parte más intensa y la más calmada del álbum y el reposo llega con Wilted Rose (en la que Lainey Wilson pone voz femenina al disco de un grupo en el que los coros y el acompañamiento de las mujeres siempre ha tenido un peso específico) y Kindred Friend.

Como decía, el disco responde con garantías a la historia de los Black Crowes. Lejos de atender a tendencias actuales, suena a ellos al 100%. Dicho esto, no es algo que sea nuevo para ellos, que salieron de la Atlanta preolímpica para recorrer el mundo, y que han convivido y sobrevivido con éxito a diferentes épocas musicales. Todo ello gracias a un público fiel que ha agradecido una cierta coherencia musical y un sello rockero innegociable en todas sus composiciones.

Si tuviera que tratar de unir a un adolescente o universitario actual a la hermandad de los cuervos negros, de la que formo parte desde que escuché los primeros acordes de la guitarra de Rich Robinson, intentaría convencerlo con Shake Your Money Maker o The Southern Harmony and Musical Companion. Ahora bien, Hapiness Bastards es una gratísima noticia y tiene ya un lugar destacado en mi biblioteca personal de los Black Crowes.

Si esta es la salud del grupo, solo me queda desear que los hermanos Robinson quieran seguir siéndolo, al menos en lo musical, durante mucho tiempo.

Música, entre otras cosas

Sobre el autor

Donostiarra de nacimiento y medio coruñés por parte materna. Periodista por vocación. Mi abuela Juana vendía la prensa en un kiosco y la llamaban «la periodista»; así que soy el segundo de la familia que trabaja en el mundo de la comunicación. San Sebastián, Bilbao, Madrid y, ahora, A Coruña. Siempre estoy leyendo algo. Me gusta el rock y tuve un grupillo. Me interesa la historia. Sigo el calendario ciclista de pe a pa, y del fútbol soy de la Real Sociedad. También hago fotos.


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