Verano no es un mal momento para escuchar música. En realidad, no creo que exista ninguna época del año mala para hacerlo. En julio, tuve la suerte de poder pinchar para unos pocos amigos en nuestra guarida unas listas de reproducción que preparé previamente. Las composiciones que seleccioné iban de menos a más. Situé los temas más tranquilos al comienzo y los más movidos al final. La mayoría era música de la que se considera de calidad, pero dejé algunas perlas de disco de gasolinera como propina.
Recuperando esa experiencia y ahorrándoles estas últimas composiciones de recopilatorio veraniego (¿se siguen haciendo?), propongo para agosto esta ensalada de cortes bailables. A mí me gustaría que me las pusieran por ahí cualquier fin de semana para mover los pies. Las reflexiones sesudas de lo que sea las dejamos para septiembre. No hace falta ni que las presente. Disfruten.