El tiempo pasa volando. El pasado 5 de septiembre se cumplieron diez años de la actuación de los Sex Pistols en el Azkena Rock; me di cuenta de casualidad. Recuerdo perfectamente que, a primera hora de aquella tarde de viernes, estaba en la FNAC donostiarra. Celtas Cortos ofrecían un concierto acústico, y hasta allí nos acercamos varios amigos y conocidos. Presentaban 40 de abril, el que era su nuevo disco, y estaba aquello hasta arriba de seguidores de la banda de Cifu y compañía.
De pronto, noté que me vibraba el móvil dentro del bolsillo del pantalón. Era Endika, mi amigo y compañero de banda. Me dijo que cogiera el siguiente bus a Vitoria-Gasteiz, que les había fallado una persona y les sobraba una entrada para aquella jornada del Azkena Rock. Yo no había ido porque no tenía cuartos para la entrada, el transporte y la manutención. Él me dijo que eso no era problema, que el dinero de la entrada lo daban por perdido ya que la habían comprado hacía meses y que me la regalaban. Le di las gracias varias veces.
Salí pitando de allí. Pasé por casa de mis padres, a los que envié un mensaje de texto para avisarles de la jugada (por aquel entonces, WhatsApp solo lo conocían los que, meses después, fundarían la compañía). Ellos estaban fuera de la ciudad de vacaciones. Cogí una chaqueta y algo de efectivo. Iba muy justo de tiempo para llegar al próximo bus, que era el único que me iba a dejar en la capital alavesa con suficiente tiempo como para llegar al concierto. El tren quedaba descartado por los horarios. Bajé corriendo de Egia a la estación de tren y, desde allí, un taxi me llevó a la de bus, que aún estaba en Amara.
El trayecto que separa Donostia y Vitoria-Gasteiz, de algo más de una hora en bus, se me hizo eterno. Iba entre excitado y nervioso. ¡Eran los Pistols! Al llegar, cogí un nuevo taxi y le dije que me llevara al Azkena Rock, donde me esperaban para pasarme la entrada. Mi primer recuerdo, ya dentro del recinto, es con Endika viendo a Ray Davies, cantante de los míticos Kinks, que justo salía al escenario. No sé si cené.
Era noche cerrada cuando salieron los Sex Pistols al escenario. Johnny Rotten, muy desafiante, gritó «¡Viva España!» varias veces para provocar al personal, y empezaron a tocar «Pretty Vacant». Fue brutal. A nivel musical sonaron correctos, pero a nivel vocal flojearon. Eso nos dio bastante igual. No se dejaron ningún clásico en el tintero. Cuando terminaron, estábamos en una nube. Sé que vimos a algunos grupos más y que hacía bastante frío. De madrugada, nos fuimos andando por todo el centro de la ciudad hasta la estación de bus. Íbamos preguntando a la gente (no era época del bendito Google Maps). El viaje de vuelta lo hicimos dormidos y llegamos con el amanecer a Donostia.
Qué día. De los que no se olvidan.