Cuando oía a la gente decir que se casaría todos los años por lo genial tanto de la preparación como del día de la boda, me entraban algunas dudas. Ahora, con conocimiento de causa, puedo decir que yo no estoy en ese barco. Preparar la boda ha sido un año de mil tareas e idas y venidas que han ido creciendo en intensidad según se acercaba la fecha. El día, eso sí, fantástico. Son muchísimos preparativos para una jornada que, al menos en mi caso, pasó volando. Recuerdo cómo los primeros invitados de fuera llegaban a la ciudad, cómo llegaba al sitio de la boda, cómo me cambiaba, cómo llegaba el bus con toda la gente, la ceremonia… y, sin darme cuenta, en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba todo el mundo en sus casas compartiendo las fotos en las redes sociales. Una vez ha estado genial, pero no pasaría de nuevo por todo el pre para volver a celebrarlo.
Es innegable que es un día especial, porque partes de la base de que invitas a diferentes personas que son importantes para ti y ellos se visten para la ocasión; se desplazan si es necesario; y comparten parte de su tiempo libre para celebrar tu vida contigo. Según pasan los días, siento cada vez más gratitud al pensarlo. Además, sin ser yo precisamente la persona que más disfruta de los focos, es agradable ser durante un día el centro de atención y ver cómo todo tu entorno se vuelca de forma sincera para que te sientas bien y disfrutes.
Casarse no deja de ser una experiencia vital. Tú decides si la pruebas y cómo lo haces. Una boda, además, te ofrece la oportunidad de hacer cosas que en otros contextos de tu vida sería complicado. Yo siempre he tenido curiosidad por lo de ser pinchadiscos, y esta ocasión me ha permitido acompañar en esta tarea (junto a mi pareja) al DJ que se iba a encargar de la música. Creamos dos listas diferenciadas para los diferentes espacios de la celebración con música muy variada. Entre las dos sumaban más de 14 horas de música, y de ahí salió la selección final (no, no sonaron todas, porque aún estaríamos allí).
Podría dedicar más líneas a todo lo que sucedió, a mis sentimientos, etc., pero prefiero citarte algunas canciones que, si te vas a casar y el grueso de tu gente tiene entre 30 y 50 años, te vendrán bien.
2. Si yo fuera tú, repasaría el baile antes del día de autos:
3. No puede quedar fuera…
4. El italodance nos dio grandes momentos:
5. Historia de los 90:
6. Y otro clásico noventero:
7. Y, para terminar, esta con la que días después aún me escribe gente por WhatsApp con eso de “Ecuadorrrr”: