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Es importante hacer caso a los que saben y a los que se informan, más aún cuando se trata de cine, un arte que me gusta, pero en el que no soy un entendido. Así llegó a mi vida Aún sigo aquí (Ainda Estou Aqui). Es un relato devastador sobre la dictadura militar brasileña y sus consecuencias en una familia. Dirigida por Walter Salles y basada en las memorias de Marcelo Rubens Paiva, hijo del protagonista de esta historia real, la cinta es un testimonio emocionante y triste en el que la música es un elemento narrativo más que funciona perfectamente engrasado con el resto.

La historia sigue a la familia Paiva, cuya vida cambia cuando Rubens, padre de familia y exdiputado laborista y figura de la oposición política, es secuestrado por los militares durante la dictadura que gobernó Brasil entre 1964 y 1985. La propuesta de Salles estructura el relato en dos mitades claramente diferenciadas, utilizando la música como reflejo del estado emocional de sus protagonistas y de sus vidas.

En la primera mitad de la película, cuando aún hay espacio para la alegría y la esperanza, la música brasileña de la época tiene una presencia constante. Las canciones no son adornos, sino que funcionan como una extensión emocional de los personajes, especialmente de Eunice Paiva, la madre que debe reinventarse tras la desaparición de su marido.

Cuando la tragedia golpea a la familia y Rubens es secuestrado por los militares para nunca volver, la música se desvanece gradualmente. Este silencio musical no es casual, sino que refleja perfectamente el vacío y la desorientación que invade a los protagonistas. La ausencia de música se convierte en una metáfora del silencio impuesto por la dictadura.

La selección musical de Aún sigo aquí es una selección interesantísima de la música brasileña de la época, que funciona tanto con los entendidos en la materia como con los que la descubren gracias a la película. En mi caso, casi todo son maravillosos descubrimientos. Me gustaría destacar cuatro canciones. Las tres primeras, pertenecen a la parte feliz de la película y la cuarta es de lo poco musical que hay cuando la oscuridad lo invade todo. Vamos al lío:

Jimmy, Renda-se, de Tom Zé: esta composición del músico bahiano Tom Zé figura fundamental del movimiento Tropicália, aparece en los momentos de aparente normalidad familiar. El ritmo y el estribillo son irresistibles.

É Preciso Dar Um Jeito, Meu Amigo, de Erasmo Carlos: analizando la letra, tiene madera himno sobre la resistencia y la necesidad de seguir adelante pese a todo. Desde luego, perfectamente elegida para el largometraje. La canción suena brasileña y global a la vez y engancha.

Take Me Back to Piauí, de Juca Chaves: una vez más, buceando en la letra, nos encontramos con un tema que habla del anhelo por regresar a un lugar mejor, a un tiempo anterior a la tragedia. Una vez más, otra canción tan bien elegida y tan pegadiza. Imposible no acordarse de la familia y amigos bailando sin saber lo que les espera.

Fora da Ordem, de Caetano Veloso: en la segunda mitad de la película, entre el drama y la búsqueda de la luz al final del túnel, reaparece la música con este tema de Caetano Veloso. Bicheando en la letra, habla del caos y la resistencia, sobre cómo encontrar belleza en medio del desorden impuesto. Bien elegida.

Estos cuatro artistas brasileños, cada uno a su manera, representan diferentes facetas de la rica música popular brasileña que floreció incluso bajo la represión. En mi caso, un campo que no me importará explorar. Si no has visto la película, no lo dudes.