Han pasado décadas, modas y bandas, y ahí siguen. Green Day son un fenómeno mundial y, sobre todo, un grupo con algo que decir. Fieles a su estilo y sin miedo a evolucionar, cada cierto tiempo vuelven con disco nuevo. Han jugado al punk‑rock más directo y también se han metido en la ópera rock y, mientras tanto, han mantenido una base enorme de fans y han ido sumando gente joven que se deja cautivar por sus ritmos y su actitud.
En directo, imperdibles. Los he visto un par de veces y siempre han sido casi tres horas de diversión, entrega y caña. Además, hay algo que me gusta especialmente: la cercanía con la gente. Son atentos y accesibles, más que muchas bandas con bastante menos recorrido. Y, más allá de lo musical, hay algo que me encanta: se mojan. Con una posición cómoda —y probablemente más que perder que ganar— no han dudado en posicionarse, criticando con contundencia al Gobierno de su país y a Donald Trump.
Sus canciones forman parte de mi banda sonora personal y, con permiso, me gustaría pincharlos un rato. Algunas de mis favoritas, algunas de las que siempre me acompañan:
When I Come Around
Brain Stew
Jesus Of Suburbia
Longview
Panic Song
Good Riddance (Time of Your Life)
Welcome To Paradise
Hitchin’ A Ride
Minority
Oh Love
Boulevard Of Broken Dreams