Normalmente, y aunque no diga nada bueno en mi favor, me cuesta engancharme a discos nuevos. Me resulta difícil salir de esos redondos pasados que me marcaron, de esas bandas que ya conozco y a las que me aferro sin remedio. Pero de vez en cuando reconozco que aparece algo: un disco, un grupo o incluso un disco de un grupo que no es nuevo, que logra atraparme. Y cuando lo hace, me engancha bien.
Eso es justo lo que me ha pasado con Turnstile y su último disco, Never Enough. Los había escuchado de pasada, sin fijarme demasiado. Nada concreto. Pero esta vez algo hizo clic. No es mi disco de cabecera, pero está muy bien: tiene energía, melodía y un desparpajo que engancha desde el primer momento.
Gracias a este álbum me ha dado por escuchar los que publicaron previamente y, aunque probablemente los dos primeros discos van más conmigo —más duros, más rock, más hardcore—, Never Enough tiene un punto de madurez que lo hace muy atractivo. En este disco, Turnstile mantiene su esencia hardcore, pero la expande con texturas y momentos más melódicos.
En mi opinión, Birds es el punto álgido del disco (influyen mis gustos personales en esto, es inevitable):
No creo que se recuerde semejante desmadre en la historia de los Tiny Desk como el del directo que grabaron ellos cuando sonaba este corte. Normal que el vídeo se viralizara tan rápido. Verlos allí es comprender que no se trata solo de tocar canciones, sino de generar una experiencia que te arrastra y te desinhibe.
El disco en su conjunto mantiene esa intensidad que caracteriza a Turnstile, con riffs que golpean, cambios de ritmo inesperados y momentos en los que la banda se permite ser casi juguetona, experimentando con sonidos que amplían su paleta sin traicionar su ADN. Canciones como Seein’ Stars y Look Out for Me muestran su capacidad de combinar hardcore puro con guiños a otros géneros. Lo más interesante de Never Enough es cómo demuestra que Turnstile no tiene miedo de evolucionar. Cada tema parece pensado para ser vivido, no solo escuchado.
Estos chicos de Baltimore han sacrificado algo de su hardcore y de sus ritmos acelerados para hacer un disco diferente. Ahora está por ver cuál podría ser el camino que tomen en próximas referencias. Si me preguntan a mí, les diría que sigan por el camino de los dos primeros discos después de este satisfactorio experimento reciente, porque la cabra tira al monte y es lo que a mí me gusta. Dicho esto, creo que ellos ya no están en ese punto artístico y que, tras Glow On, Never Enough tenía mucha más lógica que volver a lo que publicaron en 2016 o 2018.