Esta vez no hablaré de un grupo ni de un concierto. En esta ocasión trataré de aproximarme a la realidad del negocio de la música. La pasada semana me llegó un e-mail de una gran superficie de la que soy socio desde hace unos años. En dicho correo electrónico me informaban de que tenían una amplia selección de discos que los vendían dentro de una oferta que consistía en cuatro discos por 20 euros. En mi caso, al ser socio, me descontaban un euro más sobre el precio final.
Acudí a una de sus tiendas en Madrid y pasé algo más de una hora y media trasteando por las baldas para ver en profundidad todos esos títulos. Para entrar dentro de la oferta tenían que ser discos que tuvieran un precio de 5,99 o 6,99 euros. Alguno podría pensar que por este precio venderían lo que no quiso nadie cuando costaban 15 o 20 euros. La realidad era bien distinta, dentro de dicha selección se encontraban media discografía remasterizada de los Rolling Stones, el “London calling” de los Clash, Varios de Muse, casi todos los de Kasabian, “El camino” de los Black Keys, los últimos cuatro discos de los Killers, “The Suburbs” de Arcade Fire, las tres referencias más modernas de Queens of the Stone Age o el “Definitely maybe” de Oasis. Obras de ayer y de hoy.
Escogí algunos que en su momento adquirí por medios “no legales” y que me apetecía tener en formato original. Elegí también alguno con menos de año y medio en el mercado. Siempre he sido un adicto a consumir música en todos los aspectos y no podía desechar esta ocasión. Llegué a casa y miré la cuenta, ¿por qué no podría ser siempre así? Sé que las grandes superficies tienen mayor margen para rebajar los precios, puesto que adquieren mayor número de género y, si todo va bien, venden el triple que una pequeña tienda de discos.
Estos grandes gigantes se han comido a las coquetas y familiares tiendas de discos que no han podido competir. ¿De quién es la culpa? Supongo que parte la tenemos todos, puesto que hemos entrado en el juego de estos hipermercados musicales, pero el bolsillo particular de cada uno no perdona. En época de crisis, como la actual, las casas de discos y los propios grupos deberían de plantearse una sustancial rebaja de sus obras. Los precios hace años que están inflados y ellos son los que han fomentado un mercado gratuito y fuera de los marcos de la ley con el que conseguir música en formato digital.
No diré el nombre del lugar donde compré los discos, pero tampoco hace falta ser Sherlock para saberlo. Me gustaría que comprar cuatro discos por 19 o 20 euros dejara de ser una oportunidad para pasar a ser algo normal. He grabado discos y sé cuánto cuesta crearlos y fabricarlos. Que el precio de un disco recién salido al mercado fuera de entre 7 y 10 euros sería más que suficiente (aún siendo extranjeros y más siendo artistas que venden miles de millones de álbumes por todo el mundo). Desde luego, la gente acudiría mucho más a comprar discos originales y en formato físico.
¿Utopía? Sí, por el momento.