Sinceramente, en este país no le importaba a nadie este torneo antes de 2009. Aquel año España lo jugó por primera vez, tras haber ganado la Eurocopa de 2008. En esta ocasión, acudía como vigente campeón del Mundial 2010 y Eurocopa 2012. Ahora juegan los campeones de las siete confederaciones y el país anfitrión, pero cuando nació en 1992 no era así. La fundó Fahd bin Abdelaziz, que era el monarca y primer ministro de Arabia Saudita en aquel momento. Participaban cuatro equipos (campeón de África, América y Concacaf). La primera edición la ganó Argentina. Tres años después volvió a jugarse, con dos participantes más: el campeón de la Eurocopa y el de la Copa Asia. Aquí encontramos el primer vencedor europeo, que fue Dinamarca. En 1997 se organizó por primera vez como la conocemos hoy en día, con ocho equipos. Alemania, campeón de Europa, declinó la invitación y jugó la República Checa como subcampeón. En 1999 se celebró por primera vez fuera de Arabia Saudita, en México, y Francia, campeona del mundo, declinó participar.
Poco a poco y con alguna otra selección que declinó participar, como Alemania una vez más, llegamos a la actualidad. Ahora es la competición que se celebra en el país donde se será el Mundial al año siguiente. En España ni se retransmitía hasta la primera participación de la roja, la población no sabía que se hacía este torneo veraniego. Ahora parece una cuestión de estado.
Anoche se jugó la final en Maracaná, pero fuera del campo una manifestación protestaba contra la situación de Brasil. Esto tampoco lo retransmitieron, estaban todos muy ocupados en ver los goles y, mientras tanto, dejaban en fuera de juego algo mucho más importante. Yo me dispuse a verla por televisión, pero después del descanso me venció el sueño. Nunca me habría pasado esto si se tratara de una Copa del Mundo, pero era la Confederaciones. Decliné verla por una invitación más jugosa por parte de Morfeo.
A España y su prensa futbolística les ha pasado lo del nuevo rico. Se les ha olvidado que eliminó a Italia, con cuatro estrellas en el pecho, en los penaltis y que se enfrentaba a Brasil, con cinco, en la final. Sea cual sea la situación de ambas, he oído como se les menospreciaba desde los medios que han retransmitido la copa diciendo que habían conseguido sus resultados contra la selección española gracias a la suerte. Estamos de acuerdo en que esta selección lleva años jugando de maravilla, pero la emoción ha vuelto a cegar la percepción lógica de todos, azuzados por los antes mencionados medios de comunicación. De todas formas, repito que lo más importante estaba ocurriendo fuera del estadio y se ha visto relegado a las páginas de segunda división, por debajo del batacazo futbolístico. Qué bien nos vienen las canciones de los ochenta para explicar todo. Una vez más de La Polla Records y una vez más “Gol en el campo”. La bandera de Brasil reza “orden y progreso”; cualquiera lo diría.