Hace unos días leí que en un pueblecito de Inglaterra una familia recibió una carta escrita en 1.941. Cuando abrieron el amarillento sobre se quedaron de piedra al comprobar que quien escribía esa carta era el abuelo Smith dándoles cuenta, nada más y nada menos, de cómo era su día a día en el frente de la II Guerra Mundial. Después de 71 años dando tumbos por el mundo y no encontrar su destinatario, ya que el remitente estaba en una isla profunda de un paraje destrozado por el odio y la desesperanza, la carta por fin llegó a su destino.

Imaginaros las emociones que inundaron a esos nietos al leer la carta del abuelo que jamás vieron mas que en las fotos del salón de la abuela. El silencio que se haría después de leer la carta, creo que todavía se puede cortar, envasar al vacío y guardar en el fondo del corazón de cada uno de los presentes. Tan sólo el intentar acercarme al círculo de emociones que generó la carta del cabo Smith se me hace estremecedor. Es una de esas historias sencillas que andan por el mundo pero a la vez tremenda y emocionante.
Haciendo un enorme paréntesis y volviendo a nuestro Planeta GBC, todavía espero esa carta donde nos den esa buena noticia, donde nos digan que el GBC ha vuelto, por Navidad o cuando quiera. Pero que todavía no sea tarde.
Gonzalo de Guzman