En las últimas jornadas, el GBC ha sufrido una profunda metamorfosis. Ha pasado de no ganar ningún partido de diez disputados, a ganar tres encuentros en las cinco últimas jornadas; de no ser capaz de llegar a 70 puntos, a anotar una media de 79. Pero el cambio más significativo que está viviendo este RETAbet.es GBC es la capacidad que tiene de trasmitir confianza y fe en poder luchar por la victoria en cada partido.
El GBC era un juguete roto, ahora es capaz de romper un partido como si fuera un juguete; de no tener reacción, a reaccionar en los momentos clave de cada partido y de hacer un viaje desde la más profunda oscuridad hacia una luz llena de esperanza e ilusión por llevar a buen puerto a este GBC que parecía abocado a perderse por el confín de unos mares revueltos y tempestuosos.
La oscuridad es ese lugar sin luz que nos impide ver las cosas con claridad.
En este nuestro pequeño rincón del baloncesto llamado @blog24segundos, hemos repetido con cierta asiduidad que este deporte es un juego que transmite sensaciones. Éstas no eran las mejores que nos había llegado en los últimos tiempos. Un equipo tímido a la hora de enfrentarse a la canasta contraria, con poco acierto y muy pocos recursos. En defensa se diluía tan rápido como el azúcar en un café caliente. Un equipo sin recursos, sin posibilidad de respuesta. Un equipo casi sin alma se paseaba los domingos por las canchas de la ACB.
El GBC se había instalado en la más absoluta oscuridad. La foto del equipo era la de una postal con un atardecer lluvioso, en el corazón de un bosque frondoso donde te ibas adentrando, pero cada paso que dabas la maleza te impedía ver el siguiente paso que querías dar.
La penumbra es una sombra débil que no te permite percibir dónde acaba la oscuridad y dónde empieza la luz.
Este espacio difícil de determinar dónde se ubica, fue visitado por primera vez con la victoria del GBC en Tenerife. Esta vez, las islas sí fueron afortunadas para los deseos más profundos del equipo y de una afición ávida de victorias después de 20 derrotasconsecutivas, entre esta temporada y la anterior.
Desde la penumbra se comienza a ver la luz.
Los sabios de un lugar llamado baloncesto, dicen que los partidos se ganan desde la defensa. El GBC ha dejado de ser la peor defensa de la ACB, o mejor dicho y para no dañar a nadie; ha dejado de ser el equipo que más puntos encajaba. Ha descendido de 86 puntos en las diez primeras jornadas a 79 en los siguientes cinco partidos. Es decir, si nos fijamos en las primeras líneas de este artículo, podemos comprobar que los puntos a favor y en contra se encuentran en armonioso equilibrio.
Me atrevo a decir que el GBC, después de un caminar largo y difícil, llegó a la penumbra cansado pero sin saber bien qué nuevo lugar era aquel en el que se encontraba; pero con la sospecha casi cierta que ese camino tortuoso y cuesta arriba que había realizado, se había acabado y comenzaba otro; también cuesta arriba pero con la compañía de la claridad que te permitía ver un horizonte más despejado.
La luz es el agente físico que hace visible los objetos.
La luz ha llegado a este equipo en forma de victorias. Lograr 3 en las últimas cinco jornadas, dos de ellas de manera consecutiva, era un hito que no se lograba desde las jornadas 23 y 24 de la temporada pasada.Pero más allá de los resultados, está el cómo han llegado. Se ha cambiado de manera de jugar. Sí es cierto que se anota mucho más y se tira a canasta muchas más veces, en definitiva se arriesga más. Se practica un baloncesto más valiente, más atrevido.
A pesar de jugar a más posesiones y más alto ritmo, no se pierde el control del partido. Todo lo contrario, se cierra más el rebote defensivo, no se pierden tantos balones, se asiste mejor al compañero que está en ventaja y consecuencia de todo esto, la valoración ha subido de manera significativa.
Detrás de todo este nuevo estilo de juego, está la mano y la mente de Porfi Fisac que ha recuperado a un equipo que parecía haber perdido la ilusión por jugar al baloncesto. En este sentido, no se puede argumentar lo contrario.
Los nuevos fichajes han aportado los puntos, ayuda en el rebote y una rotación más amplia de la que tenía el equipo. Landry anota cerca de 10 puntos por partido y Agbelese promedia 12 minutos de juego cada jornada. Por si esto no fuera poco, se ha creado entre los jugadores una energía centrífuga que hace que cada uno de ellos haya mejorado sus prestaciones cada minuto, cada segundo, en cada suspiro.
Para muestra un botón. Nosotros os brindaremos tres.
Llompart ha repartido 30 asistencias en las cinco últimas jornadas, hasta entonces había dado 34. Grimau es el único jugador del GBC que sobrepasa los 10 de valoración en toda la campaña 15.16, en las tres victorias ha promediado 14. Vrkic promedia 8 puntos por partido, en las dos últimas victorias del equipo ha anotado 12 puntos en cada una de ellas.
Podemos decir y decimos que con los nuevos fichajes el GBC ha ganado, no sólo en aportación de los jugadores recién llegados, además de esto, el resto del equipo es menos dependiente de los jugadores que eran referencia al principio de la temporada, y éstos se han relajado al verse libres de presión y así han podido ofrecer su mejor versión como jugadores de baloncesto que son.
Al igual que se están perdiendo la mayoría de las recetas de nuestras abuelas, para mí todo lo sucedido al GBC, fuera y dentro de las canchas, está olvidado desde el momento que la ilusión dormida por ver baloncesto, ha despertado de nuevo al ver un equipo rápido, con un baloncesto ofensivo y valiente, que sólo mira al marcador en el minuto 40 y que no especula con su juego.
Ese es el mejor regalo de Navidad que nos ha podido hacer un GBC que estaba llamado al cambio.
Guzmán Villardón.
@blog24segundos.
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