Soy del GBC.

Hace ya unos cuantos años que mi relación con el baloncesto es de un amor profundo y que va más allá de las propias canchas. Soy hijo baloncestístico de Epi y López Iturriga; de Petrovic y de Magic Johnson. Es decir, que ya peino unas cuantas canas, o para no faltar a la verdad, me gustaría peinarlas.

El día que supimos que el GBC iba a disputar la liga más importante de Europa fue una noticia grande, un hito personal por poder tenerla cerca de casa, y un hito colectivo porque en un territorio pequeño como Gipuzkoa y con poca tradición de baloncesto, poder tener al lado de casa la oportunidad de ver a los grandes deportistas de la canasta; para los de nuestra década no era poca cosa.

Momentos vividos como han sido los dos ascensos, el primer día que llegó a Donostia la ACB -derbi frente al Bilbao- ese maravilloso año de los Play Off con su clasificación para la Eurocup, aunque luego se deshizo como azucarillo en café caliente, y otros momentos increíbles que toda la afición los conservamos en la retina, ha hecho que la afición por este deporte fuese creciendo con los años.

Estoy triste.

Este domingo a las ocho de la tarde comenzó un torrente de sentimientos provocado por la derrota del GBC en Zaragoza y por la victoria de Manresa frente al Madrid de Pablo Laso, campeón de la Euroliga y de la Fase Regular de la ACB.

Primero fue la incredulidad de que hubiera pasado eso, en especial la victoria catalana en tierras madrileñas; porque si soy sincero, la victoria del GBC frente al CAI se me antojaba muy difícil.

Luego llegó la rabia y la impotencia. Si se hubiese ganado a Fuenlabrada nada de esto estaría pasando o frente a Sevilla se perdió otra oportunidad de haber certificado nuestra permanencia en la ACB.

Luego llegó la tristeza. Comenzó a sonar el móvil con amigos que decían que le daba pena el descenso a LEB, con las crónicas del partido y con la confirmación de los peores augurios para el GBC y para su afición.

Ayer, intentando aterrizar un poco y ver las otras posibilidades, saltó la opción de que el Ford Autocid Burgos no pudiera pagar el canon de 3 millones más 1,7 de garantía salarial a la ACB; además de otros dos millones para confeccionar la plantilla.

Ya ayer mismo a la mañana llegó la esperanza de que todo esto pasase y así volver a tener al GBC en la mejor liga de Europa.

Pero hoy de nuevo me vuelve a inundar la tristeza.

Me ha pasado la tarde hablando con compañeros de la actualidad del GBC, en Twiter siguiendo las noticias relativas a la rueda de prensa de hoy, escuchando la radio y entre todo un poco ha llamado a mi puerta la desilusión.

Dos descensos en tres años, tres en ocho temporadas, vamos dos o tres años con un descenso notorio de aficionados que suben a Illunbe, hay jugadores que no cobran desde Enero y el dinero, el dichoso dinero. Ese mismo dinero por el que Dean, nuestro jugón particular se marchó. En una tertulia de la radio han llegado a decir que por no conseguir de 25.000 ó 30.000 euros, Taquan no se quedó y de esa manera la permanencia hubiese estado muchísimo más cerca. Al menos yo así lo creo.

Está claro que si no se ha conseguido patrocinio en ACB, más difícil, por no decir imposible será lograrlo en LEB. Sin empresas que no estén dispuestas a colaborar con el proyecto GBC es imposible su permanencia en la élite. Y a esto hay que sumar el pasotismo de las instituciones. No pude ser que haya millones para una remodelación que se me antoja como poco, no necesaria; y no haya para el baloncesto profesional, al igual que para otras disciplinas, dícese balonmano, ciclismo, …

Creo de verdad que es el momento de plantearse cosas. El 15 de junio se le acaba el plazo al Burgos, por cierto con el patrocinio de Ford, para poder pagar el canon a la ACB y de tener otros dos millones para confeccionar la plantilla. Pero apartando este tema al margen, el GBC debe arremangarse para tener al mejor fichaje que hoy por pueda obtener, el de un patrocinador fuerte y que dé estabilidad y amplitud de mira a un proyecto estable, responsable y que genera una de las cosas más bonitas existentes sobre la faz de la Tierra, esa ilusión que al día de hoy me ha abandonado y me ha dejado solo entre una encrucijada de caminos que no sé cuál debo tomar.

Guzmán Villardón.

Baloncesto y algo más.

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