Abrumado por un exceso de melancolía que aún no era capaz de explicar ni acaso entender, Mario Luismeda cedió a una fuerza que se reveló más fuerte que él y aquella mañana resolvió no acudir a su oficina. Momentos antes había rechazado con un beso el frugal desayuno preparado por su mujer, Natalia Llasoro, […]