Hace algún tiempo debatía con un amigo si es justo o injusto que en el salto de longitud (y triple salto) se mida la distancia desde una raya fija y no desde donde salta el atleta. Yo decía que el hecho de tener que ajustar el talonamiento es un acto mental, emocional y técnico que enriquece la prueba y la competición, pero él insistía –y no le faltaba razón– en que puede darse el caso de que gane un concurso un atleta que “objetivamente” ha saltado menos que otro.
En la línea de pensamiento de mi amigo tampoco es erróneo sospechar que si se erradicasen los saltos nulos y se permitiera saltar a la brava en una zona más amplia y se midiera toda la distancia saltada las marcas mejorarían.
Llevémoslo al extremo. Si el día que Jonathan Edwards saltó 18.29 en su récord mundial de triple salto se dejó unos 12 centímetros desde la punta del pie hasta la línea de batida, es decir, si su salto “real” fue de 18.41 puede darse la circunstancia de que algún día le arrebaten el récord mundial… SALTANDO MENOS QUE ÉL. Y entonces mi amigo me miraría y diría “¿Lo ves?”.
El ejemplo de Edwards no lo pongo al azar. Últimamente me ha dado por “estudiar” este tema de las batidas y lo cerca o lejos que batieron los atletas en algunos casos. Veamos las imágenes.
Es bastante conocido que cuando Bob Beamon saltó 8.90 en los Juegos de México’68 hizo un talonamiento perfecto. No así Mike Powell el día que le arrebató el récord mundial. Los 8.95 de Mike Powell pudieron ser 9 metros si midiéramos desde la punta del pie.
De Bob Beamon no tenemos tanto detalle, este es el mejor fotograma que conozco.
Los dos mejores saltos legales de Carl Lewis (8.87 y 8.84) no tienen fotografía de la batida porque hasta el realizador se había vuelto loco a esas alturas del concurso, pero es muy probable que estuvieran tan ajustados como sus dos saltos ventosos de aquel mismo día (8.91 y 8.83). Menudo era Carl Lewis.
Una batida histórica para el Atletismo español que me apetece traer a este estudio es la del 8.56 indoor de Yago Lamela en Maebashi’99.
Tampoco existe fotografía de la batida del récord mundial femenino, los 7.52 de Galina Chistyakova. En este fotograma parece apreciarse que fue bastante buena.
No fue así en el récord mundial femenino de triple salto, vigente desde 1995, los 15.50 de Inessa Kravets. Yo tenía (tengo) el recuerdo de que Kravets pisó desde más allá de la tabla de batida, por lo que el salto tuvo que ser de 15.70 como poco (¡¡!!). Quizá algún día le quiten el récord… saltando un palmo menos. No he encontrado la imagen cercana (que estoy seguro de que existe), esta es la captura más apañada que he conseguido por ahora.
Como he dicho más arriba, en su récord mundial Jonathan Edwards saltó a unos 12 centímetros de la línea de medición.
Unos minutos antes ya había batido el récord mundial con un salto de 18.16. No tengo fotografía pero el fotograma nos muestra que la batida tampoco estuvo muy ajustada.
Y tampoco ajustó demasiado cuando unas semanas antes (lamentablemente con un viento a favor de 2.4 m/s) voló hasta unos asombrosos 18.43 que probablemente fueron un salto real de unos 18.55 (¡¡¡¡!!!!)
En el récord mundial indoor, 17.92, Teddy Tamgho ajustó bastante bien.
Aún mejor ajustó Christian Taylor para ganar el Mundial de Daegu’2011 con un salto de 17.96.
Y dejo para el final la controvertida (y famosa) batida PLUSCUAMPERFECTA del salto de 7.06 que dio la victoria a Niurka Montalvo en los Mundiales de Sevilla’99.
Me gustaría conocer vuestras opiniones. ¿Los saltos horizontales están bien tal y como los conocemos? ¿Ganarían si midiéramos desde la punta del pie? ¿Sería más justo? ¿Veríamos saltos prodigiosos “imposibles” de ejecutar con la tabla de batida?